La Parrilla El Corralón fue declarada sitio de Interés Cultural por la Legislatura

Fue durante la sesión ordinaria de este jueves.
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Este jueves sesionó la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Entre los temas tratados, estaba una declaración de Interés Cultural, en el marco de su 25° aniversario, en favor de la Parrilla El Corralón, ubicada sobre la calle Anchorena, casi avenida Córdoba, en el norte de Balvanera.

 

Según la defensa parlamentaria de Cristina García, Daniel del Sol y Roberto Quattromano (PRO), El Corralón es una parrilla muy reconocida del barrio de Balvanera ubicada en la calle Dr. Tomás Manuel de Anchorena 883, que abrió sus puertas en el año 1992 en una antigua casona construida en 1898. En su puerta hay una estatua del cantante Rodrigo “El Potro” Bueno.

 

Su nombre se debe a que el negocio fue instalado en el espacio que una familia disponía para guardar los caballos y los carruajes, llamado precisamente 'el corralón'.

 

'La característica distintiva del éxito y la fama de este lugar corresponde a que la cocina permanece abierta hasta altas horas de la madrugada, motivo por el cual los elencos teatrales y bandas de música, comenzaron a frecuentar el local luego de sus funciones. Así es como en un ámbito ameno y muy familiar, el lugar se hizo rápidamente conocido. Figuras del ambiente deportivo, político y cultural se sumaron a la extensa cantidad de artistas que frecuentaban el establecimiento', añaden los argumentos legislativos.

 

El Corralón era el lugar de encuentro obligado de los recordados Gerardo Sofovich y Pepe Parada; actualmente es habitual encontrar al periodista Horacio Pagani, artistas como Moria Casán, Graciela Alfano, Carmen Barbieri, Carlitos Balá o deportistas de la talla de Diego Maradona y Diego Simeone, entre otros.

 

En junio del año pasado se presentó este proyecto de ley. Según este texto, la parrilla está decorada con cientos de fotografías, souvenires de actores y de los elencos de teatro, camisetas de fútbol firmadas por todo su plantel, formando un museo muy particular. En la puerta hay una estatua de Rodrigo Bueno, porque fue el último lugar donde cenó antes de su fatal accidente.

 

Su dueño, Guillermo Miguel, hijo de inmigrantes e incansable trabajador gastronómico. Según la norma, todas las noches atiende personalmente su negocio y se pasea por las mesas siempre con una sonrisa y predispuesto a escuchar sugerencias. 

 

J.C.

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