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Aceptación social de monocultivos, ¿existe?

Alguna literatura antiimperialista, producciones más o menos intelectuales o militantes revelan una idea simplificada de la exacción imperial. Imaginan un ente apropiador devastando la tierra hollada y que en ella sólo quedan los restos del saqueo o en todo caso, los restos de los refractarios que lo resistieron.
Por cierto, hay toda una literatura dedicada a sostener lo opuesto, es decir que tenemos suerte en que se lleven tanto combustible, piedras preciosas, tanto ganado o leguminosas, porque gracias a ello el país tiene los adelantos que tiene…
Esto comenzó en América hace 500 años. Bajo las formas de asentamientos mineros y economías de plantación. Muy poco le restaba a las sociedades que sufrían dichos asentamientos. Era el extranjero el que se llevaba la parte del león. Azúcar de las plantaciones de caña en Cuba o en Haití, plata o cobre de las minas en la América continental.
Con el tiempo, la simplicidad inicial fue cediendo ante el despliegue de formas políticas en la periferia, con capas dirigentes y propietarias locales. Los estados emergentes adaptaron las formas políticas de los conquistadores y el “Nuevo Mundo” fue una reedición, mejorada o empeorada, del Viejo Mundo.
Entrando al s. XX será la banana en el Caribe o la lana en el sur templado y tantos otros productos primarios o artesanales la “contribución” americana al mercado mundial, y cada vez más, el petróleo, la “sangre” que circula y alimenta la economía moderna.
Las economías periféricas, empero, conservan un rasgo fundamental de los viejos asentamientos de enclave: su pertenencia a un sistema económico más o menos mundial, con centro en otra parte. Las zonas francas son el más claro ejemplo.
Es decir, que no se trata de un capitalismo que surja desde nuestras propias latitudes. ¿Puede haberlo? Tengo la impresión de que no: nuestros burgueses han tenido demasiado a menudo su capital mental en Londres, París, Nueva York o Miami.
Avance “argentino” de soja cada vez más arrollador
Para implantar la soja en Argentina como en tierra conquistada sus promotores se han valido del deslumbramiento tecnológico, indisolublemente unido a la idea de progreso. Tales rasgos se despolitizan y naturalizan de modo tal que, los titulares del complejo sojero lucharán por su implantación con la mejor de las conciencias. Como además tales avances son pingües negocios, podrán unir la buena conciencia con el bolsillo forrado, lo cual incrementa el celo puesto en la empresa.
El complejo sojero se asienta en Argentina a mediados de los '90 mediante la entrega incondicional del menemato a las orientaciones orquestadas desde el Ministerio de Agricultura de EE.UU. y Monsanto, el laboratorio más grande del mundo.
Los alimentos transgénicos se expanden en Argentina como reguero de pólvora y en pocos años se ha llegado a casi 50 millones de toneladas en la última cosecha, 2007/2008, cubriendo más de la mitad (54%) del total de cultivos actuales en Argentina.
¿Cómo sobrevino, por qué tanta velocidad de arrasamiento del “campo viejo” junto con la de la forja de grandes fortunas?
La crisis del 2001 no fue de todos...
Bástenos saber que lo que eran cien mil toneladas en los '70 ya habían llegado a los 4 millones de ton. a comienzos de los '80. A mediados de los 90, la producción de soja (transgénica) ya llega a rendir más de 10 millones de ton. Los sojeros van haciendo su agosto... en dólares. En la zafra de 1999/2000 llegan a los 20 millones de ton. de soja, prácticamente toda transgénica y para el año del descalabro social del país, la zafra del 2000/2001 saltará a unas 26 millones de ton. Aumento anual: 30%. Para la del 2001/2002 vencerán la marca de las 30 millones de toneladas. ¿De qué crisis podrían hablar ellos?
Valiéndose de la política de los hechos consumados; invadiendo tierras que eran monte u “ocupadas” por campesinos pobres y sin títulos (que merecían por usucapión), desmantelando miles de tambos y sus tierras pasadas a la soja; concentrando vacunos en feed lot con lo cual aumentan la producción vacuna por ha. aunque a un costo sanitario no calculado e incalculable, la soja se ha convertido en la “reina” del “campo argentino”.
Y sin embargo, los alimentos transgénicos se empezaron a producir, y a consumir en el país sin que existiera la menor legislación al respecto; en rigor son perfectamente ilegales.
En el verano, sudado verano del 2002, el crac del “estado modelo” del FMI y del PNUD estalla en las manos del gobierno de la Alianza.
Los sojeros tienen “su oportunidad”. Bajo la consigna “soja solidaria”, procuran no sólo adueñarse de la economía agraria argentina sino de la misma población argentina, sometida a la condición de cobayo. “Llenarse con soja”, pareció ser la consigna. En realidad, claro, “llenar” a los pobres con soja…
Y todo ello con poco gasto: con el 1o/oo de su producción, podían “cubrir las necesidades” o “llenarle la panza” (táchese la que no corresponda) a la creciente masa de hambrientos escamoteando el papel de coautores del desastre.
La seducción vence más a menudo que el palo
Dejemos por un momento la historia argentina reciente y volvamos a las peligrosas relaciones “centro/periferia”.
Concedamos que con la formación de los estados nacionales, aquellas simples economías de enclave han desaparecido. O al menos parece como si hubieran desaparecido: nuestros estados nacionales legislan, facultan, deciden, regulan, controlan, penan. ¿O no?
Una pregunta que al menos ingenuamente se formula más de uno, cuando aprende el a b c de las diferencias entre países satisfechos, es decir con población con necesidades básicas satisfechas (NBS) y países con población NBI (insatisfechas), es cómo una sociedad puede aceptar este último, triste papel. A menudo se nos recuerda en tales casos la represión, la doctrina de la seguridad nacional… No está mal… muchas veces ha sido eso, la ultima ratio.
Pero la configuración más habitual suele ser muy distinta. El despojo se produce en medio de una fiesta: de trabajo, frenesí, derroche.
Ganadores y perdedores: no hay suma cero
Porque hay toda “una sociedad” dentro de la sociedad general que sale gananciosa. Tendríamos que decir más bien una “asociación”. El ejemplo con la soja en Argentina es nítido.
En primer lugar, la rentabilidad obtenida por los dueños del ciclo sojero. Las ganancias son tales, que, el núcleo fuerte de inversores, ya no miden sus ganancias en 4 x 4 o en apartamentos de Palermo; ahora se trata de inversiones inmobiliarias en el Primer Mundo, de aviones, de redes financieras multimillonarias de alcance mundial. Por otra parte, está la recaudación pública, que cubre a desocupados, subocupados y a tantas otras ramas del presupuesto nacional.
Pero además, de la expansión sojera se sirven y a la expansión sojera la sirven: los camioneros, los tractoristas, las redes de los laboratorios que producen los contaminantes correspondientes, la petroquímica y las respectivas fábricas de envases a su vez ellos también contaminantes, la metalúrgica de máquinas-herramientas para siembra directa y la automotriz que recibe la parte final de la cosecha bajo la forma de consumos más o menos suntuarios, como las trajinadas 4 x 4; los aviadores y las correspondientes pistas de aterrizaje, los fabricantes de aviones fumigadores, que son los principales agentes de envenenamiento generalizado, las redes bancarias y comerciales que atienden buena parte de los ingresos de la soja y una larga cadena de etcéteras.
En realidad, otros sectores que podrían haber crecido pero que brillan por su ausencia, habrían sido el de médicos sanitarios para enfrentar todas las temibles y atroces secuelas que la contaminación generalizada con agroquímicos está
dejando, el sector veterinario o más bien eco-veterinario para aprender a entender la desaparición de macro- y microfauna, de perdices, liebres, pájaros, lombrices, escarabajos y procurar remediarla, o un sector de investigación botánico para poder visualizar todo lo que se pierde entre lo que se llama yuyo y es exterminado por el glifosato.
Pero eso no pasó, porque lo que se atiende con la sojización es la rentabilidad y no los cuidados sociales o el respeto de humanos y naturaleza.
Por eso tampoco se perciben las pérdidas o los perdedores del reino de la soja: la población expulsada por las buenas, por las malas o por las peores; la pérdida de lugares de trabajo y de la dignidad con ello barrida, la marginación creciente y la parasitización forzada de tantos desplazados, con su secuela de deterioro alimentario, de salud y de ánimo, el arrinconamiento de los agricultores familiares o con producción local, que suelen emplear mejoradores “naturales” de la tierra (estiércol, compostado), la desaparición de bibliotecas sin libros constituidas por los conocimientos agrícolas elaborados a través de las generaciones de quienes fueron mejorando los frutos; la extinción masiva y suicida de fauna y flora arrasados por la ola de agrotóxicos. ¿Piensa alguien que esto se puede hacer impunemente? Recordemos a Seattle, cacique suwamish del norte americano: “¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres.”

El menemato nos permitió visualizar el fenómeno de la complicidad o de la coincidencia de sectores sociales medios con la “fiesta del importado”, con el placer del dólar barato que facilitaba tanto viajar al “Primer Mundo” y otras “realidades” por el estilo.
Estos festivales repentinos, afiebrados, suelen caracterizar a los países neocoloniales.
Un estado primermundiano no suele brindar estas ligerezas porque ni las necesita. Las NBS les dan otro aplomo; no están urgenciados por una ganancia de coyuntura; viven ya en la ganancia.
La fiebre de riquezas es propia, precisamente, de sociedades esquilmadas que ven a la riqueza sobre todo como un espejismo, como un anhelo, un desquite. Para mucho “medio pelo” es el recurso para distinguirse de los que no son “como uno”.
A pura rentabilidad. Como si el rey Midas pudiera alimentarse con sus manos.

Luis E. Sabini Fernández
[email protected]

Revista El Abasto, n° 101, agosto, 2008.

 
 

 

 

 

 

 

 

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