Todo es
según el color…
Hay seres
humanos que juzgan todo
en términos absolutos:
blanco o negro, nada de
matices intermedios. Son
fundamentalistas de la aserción,
partidarios de la verdad,
tajante, sin contradicciones
ni atenuantes. Pero están
también los relativistas,
los que esmerilan sus opiniones,
dudan, pasan de un punto
de vista al contrario sin
comprometerse con ninguno.
Lo que hoy es así,
tal vez mañana ofrezca
facetas diferentes. Esta
inconsecuencia, en cuyo
manejo son expertos aquellos
que nunca dan nada por definitivo,
fue enfáticamente
proclamada por nuestro poeta
Almafuerte (1854-1917) en
una décima de sus
Milongas clásicas:
“Yo proclamo lo que
digo / sin meditar lo que
dije / ni me asombra ni
me aflige / pensar que me
contradigo / cualquier ideal
persigo, / pues todos los
hallo buenos: / los magines
están llenos / de
juicios que no se avienen
/ y las mismas cosas tienen
/ mil razones por lo menos”.
El mismo escepticismo ante
lo que es o no cierto desplegó
el español Ramón
de Campoamor (1817-1901),
quien escribió con
acento zumbón y más
liviano: “En este
mundo traidor / nada es
verdad ni mentira / todo
es según el color
/ del cristal con que se
mira”. Los dos versos
finales de esta pegadiza
estrofa han tomado la forma
de un dicho popular. Una
invitación a ver
la totalidad como mejor
nos venga en cada circunstancia.
Héctor
Zimmerman
de Tres mil historias
de frases y de palabras
que decimos a cada rato,
EditorialAguilar, Bs. As.
1999.
Revista El Abasto, n°
101, agosto, 2008.