Y
la tortilla se vuelve
Los
métodos de protesta
de la derecha neoliberal,
colonial, conservadora,
latifundista y explotadora
están cambiando.
No es que hayan abandonado
la violencia, todo lo contrario,
ésta sigue presente,
basta con echarle un vistazo
a los acontecimientos recientes
en Bolivia. Pero la diferencia
es que ahora intentan sostener
que sus protestas son democráticas
y pacíficas. Y es
innegable que han incorporado
métodos de protesta
que se originaron en el
fango, en el más
sufrido pueblo, en los sectores
populares y de izquierda.
Ahora la derecha hace manifestaciones,
corta rutas, boicotea, cacerolea,
realiza escraches y ha incorporado
otros métodos de
protesta que hace unos años
parecían propios
del proletariado.
Lo
venimos notando en el tira
y afloja entre el gobierno
nacional y empresarios del
campo en su lucha por las
retenciones a los exportadores
del agro; nos enteramos
que en Venezuela sectores
universitarios, entre otros,
desde hace mucho tiempo
se vienen enfrentando al
gobierno democráticamente
electo; lo vimos en los
cortes de los puentes internacionales
argentinos que lindan con
el Uruguay. Y ahora en Bolivia
está pasando que
grupos separatistas hacen
todo lo posible para poder
seguir viviendo en opulencia
mientras el pueblo, al que
históricamente oprimieron,
lo quieren sin influencia
sobre los territorios más
ricos.
Hoy
solamente las caricaturas
de aquellos, como Cecilia
Pando, se muestran al desnudo.
Mientras, Grondona da clases
públicas televisivas
sobre Marx. Los más
astutos utilizan argumentos
que a simple voz suenan
humanos. Porque hablan de
los derechos,
sin aclarar demasiado que
se refieren a los derechos
a ganar más a costillas
de otros. Hablan de libertades
cuando siempre fueron los
más opresores de
todos manejándose
con esclavos o con sueldos
ilegales. Hablan de libertad
de prensa con discursos
del libre mercado sin reconocer
que manejan los multimedios
que se sostienen con aportes
de un puñado de sus
empresas y el estado. Hablan
de tolerancia
cuando han demostrado que
eso es lo que jamás
han tenido. Hablan de ecología
en terreno ajenos, pero
no dicen ni “mu”
cuando sus propios territorios
contaminan. Hablan de
libertad de mercado
pero le quitan a los pobres
para darle a los ricos (inyectando
liquidez, de los impuestos,
en los mercados financieros).
Pero
no es necesario ser un genio
para distinguir la paja
del trigo. Basta con observar
quienes están detrás
de las protestas para ver
cuales son los intereses
que movilizan las diferentes
fuerzas. Además,
en el fondo es simple: unos
protestan porque no tienen
y otros porque quieren conservar
lo que tienen. La pregunta
es si existe ideología
humana que tolere que unos
posean grandes extensiones
de tierra y cuentas millonarias,
mientras, por el otro lado,
haya hasta niños
con hambre. Por un mundo
incluyente, justo, equitativo,
educado, sano, libre y respetuoso.
Contra el racismo, las injusticias,
la mala distribución
de las riquezas y del conocimiento,
contaminado y controlado
por unos pocos.
Rafael
Sabini
[email protected]
Revista
El Abasto, n° 102, septiembre
2008