Entrevista
a Alejandro Dolina
sobre su visión del
arte
"No
creo que el arte surja de
los garabatos de un tipo
cuando habla por teléfono”
Son
las doce y en las calles
del Paseo la Plaza se ve
un peculiar peregrinar de
gente, no son otros que
los fieles seguidores de
La Venganza Será
Terrible; el ciclo radial
conducido por Alejandro
Dolina. Quien junto a “Coco”
Silly, Marcelo Rodriguez
(Gillespie) y Patricio Barton
llevan adelante el programa
más exitoso de la
noche. Durante sus dos horas,
la sala donde se transmite
el programa se transforma
en un mundo aparte. Los
espectadores gozan, ríen,
se emocionan, siempre al
ritmo de las más
ágiles y desopilantes
ocurrencias del Negro Dolina
y su equipo de “caídos
del catre”. Se crea
una comunión digna
de admirar, de contemplar
y por qué no- también
de dejarse llevar en esa
invitación a contemplar
lo artístico en primera
persona entre el humor y
la reflexión. Luego
de terminar el programa
es él, con su inmensa
humildad, quien sigue deleitando
a la gente: nunca niega
una foto ni un autógrafo
y se muestra alegre ante
la alegría del público
que se encuentra frente
a frente con el hombre al
que admiran tanto. Luego
de hablar con su gente,
revela su posición
frente al arte; ese compañero
que ya lleva años
junto a él.
¿Cómo
lleva usted el arte en su
vida cotidiana?
“En la vida cotidiana
nos llega poco. El arte
llega a través de
las lecturas, de decisiones
que uno toma para convertirse
en consumidor de arte por
un lado y, si uno tiene
mucha suerte, también
en un artista. Pero la vida
cotidiana, por qué
negarlo, no contiene más
que formas casuales del
arte; formas casuales quiere
decir arte al paso, tengamos
en cuenta una obra de arquitectura...
Pero más bien el
arte es, quisiera pensar,
una cuestión más
que casual y más
que cotidiana, una cuestión
profunda y decidida: tanto
en el consumo de obras artísticas
como mucho más todavía,
en el caso de que uno consiga
producir una obra artística.”
¿Qué
es lo que marca el final
de sólo consumir
arte para pasar a crearlo?
“No es necesario terminar
con una actividad para empezar
con la otra. Hay que pensar
cuando uno empieza a creer
que puede hacerlo, en general
ocurre cuando uno es chico.
No el poder hacerlo, pero
el pensar que uno puede
hacerlo, el soñar
con poder hacerlo. En algunos
casos, esta posibilidad
aparece tempranamente. El
caso de los niños
prodigio. Los poetas por
ejemplo, alcanzan su madurez
rápidamente. Basta
con fijarse en tipos que
han escrito maravillas a
los 22 años. Algunos
músicos también
son muy precoces. En cambio,
otras formas artísticas
como la pintura y la novelística
por ahí tardan más
en manifestarse plenamente.
Así que muchas veces
uno toma la decisión
de ser artista cuando tiene
cinco años y no produce
una obra de arte nunca.
Si uno tiene esa suerte,
es decir la suerte de poder
adiestrarse, de poder formarse,
de poder gestar aunque más
no sea un humilde hecho
artístico, eso ya
es un consuelo muy grande
para la tragedia de vivir
en la sociedad industrial;
es una vida un poco difícil
de sobrellevar para las
personas que tienen un poco
de espíritu. Pero
el indicio de que hay una
vocación artística
para mí aparece muy
temprano, en los chicos
chiquitos.”
¿A
usted le pasó así
o se dio más de grande?
“A mí me ha
pasado así. Eso no
quiere decir que yo haya
alcanzado algo (risas) pero
las ganas me aparecieron
bien temprano: en mi casa
se leía mucho, se
cantaba; había fuertes
estímulos y por esa
razón apareció
temprano. Solamente apareció
la vocación temprano,
después tuve que
remar bastante y quien sabe
si he aprendido algo...”
¿Qué pasa
con una persona cuando recurre
al arte por la falta de
otras cosas dentro de su
vida?
“Eso pertenece al
mundo de lo psicológico;
eso nunca lo vamos a saber,
¿No? ¿El porqué
canta un tipo? Y, a lo mejor
canta porque le gusta...
nos gusta imaginar que canta
porque ha perdido un amor
o porque no es feliz o está
enfermo. De todas maneras,
es cierto que algunas formas
artísticas, como
la poesía, generalmente
se nutren, no se si de desdichas,
pero sí de cosas
que no están; de
cosas que faltan. De faltas
más que de sobras.
El poeta casi siempre usa
como arcilla para construir
su canto la descripción
de cosas que ha perdido:
ha perdido el amor, ha perdido
la ilusión, ha perdido
la juventud, ha perdido
la fe, ha perdido la patria...
En cambio la poesía
satisfecha, la poesía
del hombre que ha conseguido
todo en la vida es más
rara y en general no tan
buena.”
Schopenhauer
hablaba en un libro de que
los poetas de segunda categoría
tenían vidas, quizá,
más entretenidas...
“Sí, pero no
es tanto lo que les pasa
en la vida, porque las biografías
muchas veces suelen estar
bastante distantes a lo
que uno puede pensar. Pero
la arcilla que el tipo usa
es una tristeza, por más
que le vaya bien. El tipo
trabaja con lo que no hay.
Trabaja con la tristeza.
Como trabajaban los griegos
que eran tipos que sabían
vivir. A lo mejor, eran
tipos felices, pero trabajaban
sus obras con la tristeza,
con lo que faltaba; con
lo que habían perdido,
no con lo que habían
ganado. Al margen de lo
que les pasaba, no es que
a uno le pase exactamente
lo que escribe. Pero como
material, como propuesta
de trabajo siempre es más
atractiva para un poeta
la tristeza, la desgracia
de no haber sacado la lotería.”
¿Le
parece bien que cualquiera
haga arte o requiere de
algo especifico?
“No me parece ni bien
ni mal. Me parece que en
todas las disciplinas artísticas
hay rigores que hay que
aprender. Escribir novelas
es algo que hay que aprender,
no es que los chicos de
5 años escriben novelas,
no se puede. Hay sí
escuelas y momentos de la
vida en que uno se expresa
pero esto tiene un valor
de educación, un
valor higiénico,
un valor psicológico
pero no un valor artístico.
Que los chicos se expresen
con sus crayones está
muy bien, es un aprendizaje,
eso los ayuda a encontrar
belleza, pero eso no es
una obra artística.
Ni las composiciones de
segundo grado ni las poesías
que le escriben los muchachos
de la oficina a las minas
que les gustan. Son cosas
que tienen su mérito
y su utilidad pero yo no
creo que el arte surja espontáneamente
de los garabatos que escribe
un tipo cuando habla por
teléfono.”
Requiere
de todo un proceso...
“Claro que requiere
de una dotación,
una sensibilidad, porque
si no la tenés por
mucho que aprendas no te
va a llevar a nada. Pero
también de un aprendizaje
que, según los casos,
puede ser mayor o menor.
Si uno tiene la suerte de
ser un genio no necesita
aprender mucho. Pero es
preferible desconfiar, es
preferible no creer ser
un genio.”
¿Hay
gente que nace siendo genio?
“Si, claro. A Mozart
un día le preguntó
un tipo -¿Cómo
se hace una sinfonía?
Y él le respondió
que no le convenía
comenzar con una sinfonía,
«mejor mándese
unos preludios, después
una sonata. Trabaje, escriba
algún cuartetito,
tómele la mano al
violín y después...»
«Eh, como me va a
decir eso si usted escribía
sinfonías a los nueve
años» le contestó
el tipo. «Sí,
pero yo no fui a preguntar
cómo se hacían»
contestó el músico.
Él era Mozart, ésa
es la cosa. Ahora, si uno
es un tarado y se cree que
es Mozart y renuncia a todo
estudio, ésa es la
peor noticia para el arte.”
Juan
Manuel Castro
[email protected]