Si
Mahoma no va a la montaña…
Imperio Diablo en
Buenos Aires Club
Traer el
altiplano a una ciudad,
que te cachetea toda la
jornada con gentíos
de hormigas, tránsito
en botellas, colectivos
subterráneos y mutipublicidades;
no parece difícil
para esta tropa.
Cuando
tocan es imposible saber
cuantos son los involucrados
en esta celebración
popular. Además del
público, arriba del
escenario hay… 7,
8… ah no, si no dejan
de bailar me pierdo…
a ver, pará, hay
percusionista, vientista,
cantante con máquinas,
otra cantante con charango,
una sección de bronces
que cuenta con trompeta
y… bueno, si es particular
encontrar una trombonista,
(sí, es raro ¿o
no?) ellos tienen tres mujeres
atrás de las varas
y que encima, sin sexismos,
la descosen.
Apuntar
las orejas a los Andes,
a la música de un
país, que hace muy
pocas horas asegura su paz
después de meses
de bordear una guerra civil,
arremeterse desde esta urbe
e imprimirse en ella, es
la energía que mueve
a Imperio Diablo.
Lifo
Fernández
[email protected]
Revista El
Abasto, n° 104, noviembre,
2008.