En los
´60 se presagiaba
el fin del arte, no obstante
continúa vivo y a
simple vista más
libre que nunca, pero con
un objetivo impreciso. En
un país devastado,
plagado de corrupción
y dependiente como la Argentina
de hoy: ¿qué
sentido tiene el arte?
Martín Riwnyj
Corren
tiempos donde la desesperanza,
el sinsentido, la vergüenza,
y demás miserias
han embarrado nuestros días,
volviéndolos grises.
Oscurecido nuestro futuro,
con la mierda hasta las
pantorrillas, se nos dificulta
el paso. Ciegos por un viento
de una tormenta que negamos
haber provocado, en bolas
y sin brújula, tanteamos
la realidad y no encontramos
más que ficción
berreta de telenovela venezolana.
El escenario político
se mina de patéticos
superhéroes. Sus
máscaras se han caído,
pero ellos no se abochornan
al develar su verdadera
(¿?) identidad.
En este contexto, el arte
puede ser una escapatoria,
pero ojo, no debe transformarse
en un escapismo.
Digamos, un respiro, una
brisa de frescura mientras
alrededor arde el peor infierno,
el espacio suficiente para
poder tomar otro envión
y poder seguir, el aliento
necesario para la pelea
diaria.
Advertencia: no descuidarse,
también hay mucho
artista-chanta, y mucho
crítico que tratará
de convencerte...
Revista
El Abasto n° 38, septiembre
2002.