De Luca
Foto de la década
del ´30. En el medio,
de blanco el padre de Oscar
De Luca.
Al entrar en el local de
la avenida Córdoba
3290, atravesé imaginativamente
la barrera del tiempo y
me instalé en los
años ´30, más
exactamente en alguna de
esas películas en
blanco y negro donde aparecía
algún profesor alucinado
haciendo experimentos con
frascos, probetas, destiladores,
balones, morteros, pipetas
y otros recipientes de vidrio
con formas extrañas
y extravagantes. “Este
es un negocio muy vidrioso”
dije, comenzando el diálogo.
“Ya lo creo”
fue la respuesta de Oscar
A. De Luca, su actual dueño
(76 jóvenes y vitales
años) y que está
al frente del mismo desde
1946. “En cierta oportunidad
se tumbó una vitrina
y me ocasionó perdidas
importantes”, me cuenta.
Pero la historia comienza
mucho antes, cuando Juan
F. De Luca, padre de Oscar,
contando con 28 años
de edad inauguró
este mismo local en 1922.
Don Juan fue un verdadero
pionero en esta industria
de la fabricación
de aparatos para laboratorios.
Lo atestiguan desde las
grises paredes diplomas
y menciones con medallas
de oro de Italia, España,
Estados Unidos y Argentina.
Entre sus principales clientes
figuró la “Fundación
Campomar”, que contó
con el aporte científico
de Luis Federico Leloir,
luego Premio Nobel de bioquímica.
“Todas las épocas
fueron favorables -cuenta
Oscar- salvo ésta
que considero desastrosa”
y vuelve a recuperar su
franca sonrisa cuando confiesa
que le causa gracia cuando
algunas personas después
de observar atentamente
la vidriera entran para
preguntarle: “¿qué
es esto? ¿para qué
sirve?”
P.C.
Revista El Abasto, n°
39, octubre 2002.