Cuarenta
años del asesinato
del Che
La lección
de anatomía II, obra
de Pablo Ciliberti.
Hoy, lunes 8 de octubre,
es el aniversario del día
en que capturaron al Che
Guevara, se cumplen cuatro
décadas de su captura
en Bolivia, donde al día
siguiente sería fusilado
a sangre fría por
orden militar en el aula
de una escuela.
Suponen
los militares que Guevara
peleó sentado porque
estaba herido en la cintura.
Con él luchaban Julio,
Arturo y Pombo. Los acompañantes
de Guevara murieron por
violentos golpes en la cabeza
y hondos puntazos de bayoneta,
salvo Pombo que habría
logrado huir.
“El
domingo 8, a las 13.15,
en un cañadón
llamado El Yuro, a unos
siete kilómetros
al norte de Higueras, el
batallón N° 2
de Rangers del ejército
(185 hombres) se traba en
combate con una fuerza de
cerca de 20 irregulares.
A las seis de la tarde,
mientras la batalla prosigue,
los soldados capturan herido
a quien hasta entonces solían
denominar el comandante
Ramón. Trasladado
a Higueras, un oficial lo
reconoce como Ernesto Guevara;
dieciséis horas más
tarde -a las 10 de la mañana
del 9- muere”. Así
dice la crónica de
Roberto García en
"Primera Plana"
(N° 251, 17 de octubre
de 1967). En realidad no
es que muere, sino que lo
fusilan a sangre fría.
Quienes controlan la economía
y las armas sentían
necesario matarlo para frenar
las insurrecciones populares.
En
la misma crónica
hace una descripción
en que compara al Che Guevara
con Jesucristo:
“En la oscura lavandería
que hace de morgue al hospital
Señor de Malta, en
Vallegrande, sobre el borde
de una pileta de cemento,
la boca entreabierta de
un cadáver dibuja
una leve sonrisa. La única
puerta despeja una luz siniestra.
No hay ventanas. Sólo
cuando los focos de la televisión
alumbran el cuerpo, se advierte
en el dorso de la mano izquierda
una exquisita cicatriz.
Los ojos verdes, abiertos,
casi artificiales, la barba
espesa igual que el cabello,
los dientes perfectos, el
pecho desnudo y limpio,
las manos cuidadas como
los pies; cuando el cadáver
llegó al hospital,
calzaba mocasines de cuero
con las puntas destrozadas
y cuatro pares de medias
verdes. Debajo de la pileta,
a los costados, otros dos
muertos, Julio y Arturo,
como los llama el escueto,
insensible parte militar.
Un vecino del pueblo rnurmura,
mientras se santigua: «Que
el Cielo me perdone, pero
parece Jesucristo con los
dos ladrones».
Según el ejército
de Bolivia, Jesucristo era
Ernesto Che Guevara.”
Hace
cuarenta años volvieron
a asesinar a un hombre que
creía en un mundo
más justo. A un luchador
por la justicia y en contra
de la opresión. Cuando
mataron al Che hicieron
nacer un mito mucho más
poderoso: una bandera que
llevan todos los pueblos
del mundo que buscan la
libertad.
U.K.
Bs. As.
8/10-2007