Gómez:
maquinista
Fuimos con
P.C. a la fábrica
IMPA, una “recuperada”
de Almagro que ya funciona
como cooperativa.
Como llegamos de tarde habían
pocas máquinas andando.
Com-parando con el día
-donde todo el complejo
gigan-tesco de maquinarias
se pone en funcionamiento-
parecía un poco desolado.
Gómez, un maquinista
que trabajaba fue interrumpido
por nuestra curiosidad.
Se acercó de modo
muy cordial y le planteamos
un par de preguntas:
¿Cómo
son tus horarios?
Yo trabajo turno tarde.
A veces vengo de mañana.
De tarde somos poquitos,
solo cuatro a cinco.
¿Cuántos
son trabajando?
140 y pico de trabajadores.
Antes éramos unos
trescientos. Pero se armó
quilombo. Éramos
cooperativa, pero el consejo
anterior administraba mal.
Metieron la mano en la lata.
Y nos fuimos a pique. Ni
nos pagaban. Cinco pesos
por día. Nos iban
mintiendo. Cobraban y se
quedaban con la guita. Duramos
tres meses así. Luego
estuvo cerrada unos veinte
días y retomamos.
Ahora estamos pagando las
deudas.
¿Quién
vende?
Los corredores que van a
comisión.
¿Qué
tal es el tema de trabajar
de modo cooperativo? ¿Cómo
es el sueldo?
El sueldo depende de la
facturación. Siendo
cooperativa todos tenemos
que poner el lomo. Es un
trabajo de equipo. Ahora
estamos mejor, incluso exportamos:
esta mañana salió
un camión al Paraguay.
¿Trabajaste
en un lugar que no sea cooperativo?
Sí.
¿Hay diferencia?
Claro que sí. Acá
sos una persona. Fijáte
que esta-mos trabajando
de noche y sin capataz ni
nada. Uno tiene una tarea
y la cumple. Somos como
patrones tam-bién,
porque nos conviene que
el trabajo salga. Hacemos
el control de calidad. A
veces hacemos de mecánicos
también.
R.S.
Revista
El Abasto n° 41, diciembre
2002.