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Olga Pena, cuñada del exdueño de la maderera, nos cuenta la historia y la situación actual de la empresa

Maderera Córdoba

El señor Vicente Luis Biglia venía del campo y apenas tenía sexto grado. En la gran ciudad trabajó en la línea de colectivos 111, hasta que, por el año 1947, se puso de novio con Norma Pena quien tenía familia de madereros. El padre y su tío tenían en Constituyentes al 3600 una carpintería para obra denominada “De obra blanca”. El joven fue a trabajar con ellos como camionero primero, pero su curiosidad era mucha y el suegro le fue enseñando todo lo que se puede saber sobre la madera. Un amigo, Marío Rión, tenía una carrocería en un local propio en la avenida Córdoba 3167. Se pusieron de acuerdo y Vicente luego de diez años con su suegro se independizó. Él ponía el trabajo y su amigo el local. El aguante de los proveedores ya conocidos al principio fue fundamental. Otra década pasó así hasta que don Vicente le compró la parte a su socio. Y digamos que ahí comenzó realmente Maderera Córdoba. El negocio trabajaba muy bien y la maderera se hizo muy conocida. Muy importante para su fama fue también la publicidad que invirtió para promoverla. De hecho Maderera Córdoba figuró en autos de carrera, en los shorts de ciertos boxeadores, así como en ámbitos del golf. Don Vicente también donaba dinero a la Cruz Roja, a la Clínica del dr. Favaloro y a otras instituciones benéficas. La época de oro fue entre las décadas ´80 y ´90. Hubo más de sesenta empleados.
Sin embargo, una cruda realidad alcanzó a la maderera: la importación y la instalación de comercios que competían con una oferta mucho más variada y a precios mejores. Y a eso se le debe sumar que don Vicente se tuvo que internar por problemas cardíacos. Para ese entonces su señora, que siempre había sido ama de casa, ayudaba en lo que podía. Su hija hace siete años- tomó el lugar del padre. Sabía teóricamente como manejar una empresa por estudios de marketig y otros títulos, pero la práctica, sobre el rubro, y el sentido de común de don Biglia no lo pudo tener. Ella tenía otra historia, y la cuestión comercial estaba peliaguda.
Don Biglia fallece luego de varias operaciones. Todo fue barranca abajo. Cuando se declaró la quiebra quedaba únicamente trece empleados. La hermana de Norma Pena, Olga -quien nos contó detalladamente la historia del lugar- lleva veinte años en la maderera. Nicolás Sánchez está desde sus catorce años, ¡entró en 1965! Alfredo Daguerre está desde el ´74 y Constancio Aguirre desde el ´79. Y también están Ángel Caggiano, Carlos Sasso, Hugo Pereira, Felipe Ramírez, Guillermo Sabatella, Gabriela Sánchez, Ovidio Piccolomini, Miguel Ángel Piamonte y Antonio Villagra. Todos ellos, laburantes que hoy podrían quedar en la calle. Pero todos tienen algo en común: su fuente de trabajo que quieren mantener a toda costa.
“Hoy”, cuenta Eduardo Murúa (véase El Abasto, n° 41), “el juez Villar pareciera querer el desalojo con lo cual el Movimiento de Empresas Recuperadas está apoyando más que nunca a los trabajadores de la maderera. Vienen del IMPA, del Bauen -que ya está trabajando como recuperada- y de otros muchos lados. El papelerío para declararla cooperativa está hecho. Y ya presentaron un proyecto de explotación.”
Pareciera que el futuro de la maderera depende de lo que decida el juez.

R.S.

Revista El Abasto, n° 55, abril 2004.

 
 

 

 

 

 

 

 

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