Gosteli
estuvo en situación
de calle, hoy se encontró
una solución, está
en el Complejo Hogares Martín
Rodríguez - Viamonte.
Gosteli
Cuando me
senté en el café
de comidas rápidas
enfrente de su lugar de
trabajo, Jorge Alberto Gosteli
aún vivía
en la calle. Laburando como
lustrabotas en la esquina
de Agüero y Corrientes
desde hace años y
durmiendo en Humahuaca y
Agüero, “a la
sombra” del O´Rondeman,
cantina donde debutó
cantando el Morocho del
Abasto. Gosteli trabajó
en el Mercado hasta su cierre
y recuerda esa época
con nostalgia, me tira nombres
como para que yo atrape:
Romeo Arturo Perrone, la
casa Dellepiane, Tito Magliaco...
Y yo soy de otra generación,
de otro mundo. Sin embargo
le retruco, ¿conoció
al Turquito? Un pibe de
unos trece o pocos más
años que a mediados
de los cuarenta cantaba
en las barras de los boliches
del entorno del Abasto cuando
iba a cargar frutas. ¿Y
a Mario Facco? ¿Y
a Tuchi Luguori? (para ellos,
véase El Abasto
n° 34).
“Tuchi
está acá a
la vuelta y Mario Facco
en Carlos Gardel, claro
que los conozco. Había
un turquito, pero tal vez
no sea el mismo, porque
mi época en el Mercado
fue de 1954 al ´84
que cerró. Yo trabajaba
con Antonio Palumbo.
¿Cómo
quedó viviendo en
la calle?
Hasta
marzo del año pasado
trabajaba en una casa de
quiniela de la zona como
vigilancia. Estuve ahí
desde el año 1997.
Alquilaba una habitación
en un hotel y a pesar de
pagar me tuve que ir.
¿Cómo,
si pagaba se tuvo que ir?
Lo que pasa que mi expatrón
comenzó a hacerme
la vida imposible. A veces
lo veo y me hace gestos
con reminiscencia a armas
y buscó alejarme
hablando con los albergues
de la zona.
¿Qué
te pasó en el cuello
que llevás el sostén?
A mí me ha prepoteado
la policía y gente
de mi expatrón. Y
otras patotas porque yo
hace años salí
de testigo en el caso Hernán
López Echagüe,
periodista de Página
12 hoy exiliado político
en el exterior, cuando lo
agarró una patota
y lo molieron a golpes por
un libro que él publicó.
Esto fue el 8 de septiembre
de 1994 en el Bingo de Avellaneda.
“Salí en varios
medios televisivos, diciendo
que reconocí algunos
de los patoteros pero intentaron
ridiculizarme para que todo
pase como un malentendido.
Hay periodistas que juegan
a favor del poder, como
Chiche, Grondona, Neustadt
y en este caso Mauro Viale”.
“En
la calle ves muchas cosas,
cómo se mueve la
falopa, los arreglos, pero
yo no me meto con nadie.
Mucha gente me conoce y
me saluda.”
Y
esto último lo pude
comprobar, es verdad. Lo
saludan incluso más
que a mí que pateo
bastante la lleca.
¿No
hay lugares del gobierno
donde puedas pernoctar?
Hay un par, pero siempre
están llenos. A veces
me como una cola larguísima
para que luego salga el
empleado y nos avise que
nos podemos ir porque no
queda lugar. Uno de ellos
es el Parador de Retiro.
Otro queda en Masantonio
2970. En Agrelo 3356 hay
un parador diurno, de noche
hay que irse.
R.S.
Revista El Abasto, n°
56, mayo 2004.