Gardel,
Gardès, y las dos
tes*
En esta
misma revista son legión
quienes han atestiguado
sobre el origen francés
del máximo intérprete
del tango. En este mismo
número se hace la
recensión de un libro
que toma franco partido
por Toulouse como lugar
de nacimiento de Gardel
y en verdad, aporta una
serie de pruebas muy convincentes.
Aunque no pueda decirse
en momento alguno que el
autor parte sin tener posición
propia y previa, como sostiene
peregrinamente José
Gobello en el prólogo
del mismo libro.
En la no 53, de febrero,
habíamos anunciado
la pretensión de
gardelianos uruguayos de
dilucidar ese origen mediante
la técnica de identificación
del ADN.
A esa propuesta se sumaron
gardelianos de esta orilla,
aunque con la intención
opuesta: “para echar
por tierra la teoría
uruguaya, que al conferirle
esa nacionalidad sostiene
que Bertha no era la madre
de Gardel”, como explicara
en su momento E. Espina
Rawson.
Nada mejor, entonces, que
hincarle el diente a la
cuestión con un método,
el de identificación
mediante el código
genético, que resulta
altamente preciso y que
desde su descubrimiento
ha permitido avanzar muchísimo
en dilucidar identidades
humanas. En este caso, además
bien recibido por “tirios
y troyanos”. Para
despejar finalmente la prolongada
duda.
No cabe duda que si no hubiese
mediado una argentinización
del tango tan arrolladora,
sobre todo durante la segunda
mitad del s. XX, probablemente
no habría sido tan
vehemente la lucha por el
terruño natal de
Gardel. Al fin y al cabo,
el Zorzal solía definirse
como “rioplatense”.
(Como, por otra parte, se
define el tango en Uruguay.)
Pero hete aquí la
última noticia, la
que nos obliga a volver
sobre nuestros comentarios:
la jueza argentina Fabiana
Schafrikde, del fuero contencioso
de la capital porteña,
rechazó el pedido
de examen de ADN.
Con el cual se pensaba “dirimir”
el lugar de nacimiento de
Gardel, explica un diario
mexicano; “Algunos
se habrán preguntado
por qué no realizar
una prueba de ADN”
se apunta con tino desde
otra publicación
y El Diario, digital ecuatoriano,
sostiene que “ADN
puede poner fin a discusión”.
Prensa Latina por su parte
subraya: “Los argentinos
se niegan a trabajar con
ADN de Carlos Gardel”.
Uno podría incluso
ponerse suspicaz y empezar
a dudar de la versión
dominante en Argentina...
Sin embargo, no sería
del todo justo, porque no
hay que olvidar que gente
vinculada al tema como nada
menos que el muy porteño
Centro de Estudios Gardelianos
también quería
dilucidar el punto mediante
el examen de ADN.
Pero, bueno, uno se queda
pensando, ¿por qué?
¿Por qué un
paso, una decisión
que en lugar de aclarar
lo oscurece todo?
Luis Sabini Fernández
* Tacuarembó, Toulouse…
o si se prefiere, Toulouse,
Tacuarembó.
Revista El Abasto, n°
58, julio/agosto 2004.