Una
película dedicada
a la persona,
no al mito
Este mes de diciembre estrena
el documental Luca
de Rodrigo Espina
que hará
gira por ámbitos
de rock. Este documental
se centra fundamentalmente
en la vida de Luca Prodan
antes de su éxito
en Argentina.
Más
allá de que Luca
nunca fue un tipo engreído
ni se le subió el
éxito a la cabeza
se ha creado un mito en
torno a su carismática
figura como es común
que pase en estos casos.
La
película de Espina
está compuesta por
testimonios de primera mano,
canciones inéditas
y la voz en off del protagonista
extraída de entrevistas.
La
película cuenta sobre
su escolaridad en Escocia,
sus viajes en Roma, donde
comenzó “a
curtir la calle”,
buscando la aventura en
cada salida y en Londres
de los diversos estilos
y tendencias musicales y
de vida. Además regenera
la fascinante saga familiar
de la familia Prodan cuyos
padres se encuentran en
un campo de concentración
de la Segunda Guerra Mundial.
El documental se comenzó
a hacer cuando Luca aún
estaba vivo y Rodrigo Espina,
amigo íntimo de la
última época
captaba los movimientos
del tano a través
de la cámara de entonces.
De ahí el backstage
de Llegando los monos en
Obras. En una nota en la
revista Rolling Stones
n°116 su creador cuenta
que la película fue
madurando y cambiando el
guión durante los
años y que hoy lleva
la fuerte marca de otro
editor, Aníbal Esmoris,
que por otro lado es el
productor junto con Marcelo
Schapces. También
menciona al editor Alejandro
Soler quien “fue decisivo
en el acabado del film”.
Espina está convencido
-según ese reportaje
en la Rolling Stones-
que Luca le dejó
la película: “Es
una cosa medio mística.
Después de todas
esas puntas que se fueron
juntando, no tengo ni la
menor duda de que sabía
que íbamos a hacer
la película. En un
reportaje, cuando yo filmaba
solamente para poder colarme
en los shows, estar con
ellos y subir al escenario,
Luca dice: «hay un
amigo mío que me
vino a filmar en varios
shows, en un cumpleaños…»,
y en todo momento está
consciente de la cámara,
una inteligencia total sobre
la situación. Por
eso, para mí, la
película está
programada por él.”
En
la misma nota cuentan que
sólo en los últimos
años los autores
supieron que la película
trataría sobre Luca
y no sobre Sumo. Al extremo
que Mollo, Arnendo y Pettinato,
ausentes en el film, no
solo se negaron a participar
sino que incluso le negaron
la autorizaron del uso de
temas de los que eran coautores.
Si bien por un lado eso
demoró la producción
también acotó
los materiales de trabajo,
en definitiva ayudó
a la historia. Sale así
a la luz el Luca menos explorado:
los años europeos,
los días en la sierra,
el casanova y el cocinero,
el desertor del ejército,
el yonqui y el presidiario,
el hermano, hijo y amigo.
Lo más milagroso
es que este mismo año
muchas sorpresas salieron
a la luz. Según Espina
en la misma entrevista “todo
el tiempo aparecía
algo que era superior a
cualquier evolución
de guión que habíamos
escrito, y que superaba
cualquier ficción”.
Espina
contó con el apoyo
crucial de Timmy MacKern
y de la familia Prodan.
Primero a través
de Andrea, su hermano que
vive acá con su señora
e hijos. Luego la madre,
Cecilia Pollock, y Michela,
la hermana mayor que fue
asistente personal de Jane
Fonda.
En
el documental hay un momento
en que entrevistan a un
amigo de Roma con quien
Luca compartió momentos
oscuros antes de viajar.
Por el tipo de andanzas
de este amigo, Duccio Manelli,
Luca ya no tenía
esperanzas de que estuviera
con vida siquiera cuando
le mandó uno de los
casetes a Stephanie Nuttal.
Sin embargo, los realizadores
del film dieron con Duccio
en Roma y le pudieron dar
esos saludos de su amigo.
En la película Duccio
aparece demacrado y con
dificultades para enhebrar
un discurso coherente. Pero
la escena es formidable:
el tipo escuchando el saludo
de un amigo ya muerto hace
veinte años, grabado
hace veinticinco, con la
voz del pelado que dice
“Si lo ven a Duccio,
denle todo mi amor…”.
Según
Espina se rompe con el mito
de que era alguien solamente
acá. “Porque
a todos los amigos que tuvo
le cambió la vida.
Acá fue famoso, pero
dejó una marca imborrable
en toda persona que trató”.
Además el director
agrega: “Luca
era libre de cabeza, libre
de experimentar lo que se
le ocurriese […] Salía
a la calle a buscar situaciones,
y en el medio de la caminata
estaba mi productora, que
se llamaba Casting, en Montevideo
y Sarmiento. Le quedaba
bien pasar un rato y descansar,
parar una hora y media y
después seguir. A
veces venía a última
hora y nos íbamos
caminando juntos. Yo vivía
en el Once y él se
iba al Abasto”.
R.S.
Revista El Abasto, n°
94, diciembre, 2007.