La
inseguridad está
en todos lados
Este
número de verano
lo vinimos a titular como
“Lo social”
por el hecho de que acá
encontrará entrevistas
y encuentros con gente que
está de una manera
u otra trabajando para un
bien social. Nos encontramos
con el nuevo teatro comunitario
del Abasto, fuimos a un
nuevo centro de tecnología
gratuito para jóvenes
escolares y además
realizamos entrevistas a
dos funcionarios: los directores
de los Centros de Gestión
y Participación Comunales
correspondientes a Almagro
(y Boedo) y a Balvanera
(y San Cristóbal).
Ambos
funcionarios hacen mucho
hincapié en la problemática
de la inseguridad. Yo observo
que lo ven desde el problema
de la delincuencia y obvian
la inseguridad socioeconómica
que vivimos a diario y que
se refleja -además
que en la criminalidad-
en problemas de vivienda,
de incertidumbre económica,
de inflación u otras
inseguridades que amargan
a gran parte del pueblo
argentino. Con el actual
discurso hegemónico
“seguridad”
pasa a ser el “problema
de la delincuencia”
y la solución pasa
a ser un mayor control estatal.
De algún modo diría
que diagnostican el síntoma
y emparchan la herida, pero
no ven el origen del problema;
no percibí intención
de ver en profundidad qué
es lo que hace que haya
tanta delincuencia. Tampoco
interesa demasiado ver la
connivencia de estratos
establecidos con los actos
de delincuencia. Pero que
me digan si no es inseguridad
que uno labure y no le alcance
para nada. Hoy, para muchos
prevalece inseguridad en
cuestiones muy básicas
y de supervivencia: techo,
comida, ingresos y salud.
Personalmente debo dejar
la casa que habito hace
seis años. Si fuese
un canal antioficialista
de Venezuela diría
que hay censura. Pero es
sencillo: termina el contrato.
Si bien por ahora la comida
nos alcanza ando sin obra
social desde que vaciaron
el Hospital Francés.
Mi familia está en
OBSBA, que ya tiene su interventor
también. Y los ingresos...
Unos cuantos deben sus pautas,
pero el que más debe
es el gobierno. Todo esto
también es inseguridad.
La
óptica es similar
al sintonizar otros problemas,
como, por ejemplo, “el
espacio público usurpado”.
En vez de ver negociados
de grandes capitalistas
con lo público, se
preocupan muchísimo
de que las plazas y la calle
no estén ocupadas
por gente desclasada. Y
entendí que en primera
instancia no tratan de ver
que solución le pueden
dar, desde el gobierno,
a los desclasados, sino;
en dónde meterlos
para que no estorben a los
que aún siguen en
el sistema.
Marcelo
Bouzas, director del CGPC5,
expone una serie de infracciones
por parte de usurpadores
demostrando que tienen algo
de organización y
método a la hora
de tomar inmuebles. Creo
que así como hay
que separar “la paja
del trigo”, como dijo
la presidenta refiriéndose
a las fuerzas armadas, reconozco
que también hay que
ver con cautela a las ongs
o agrupaciones sociales.
Para que no pase como con
el padre que “recogía
a los niños de la
calle”. Estoy de acuerdo
en que no alcanza con decirse
de izquierda para tener
garantía de bondad.
Todo lo contrario: hay corruptos
por todas partes. Y nadie
tiene garantía de
bondad. Porque el camino
es la vida, y los fines
no justifican los medios.
Rafael
Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n°
95, enero/febrero, 2008.