La
carne tira
Claudio Ferrari, uno de
los discípulos del
prestigioso Alberto Ure,
y bajo la supervisión
de éste, ha estrenado
Señorita Julia,
en versión libre,
del dramaturgo sueco August
Strindberg.
Siempre
es una apuesta de mucho
riesgo trabajar un texto
del tamaño y la calidad
literaria como el de esta
obra. Dicho en otras palabras,
no es nunca fácil
montar un clásico,
ya que esto debería
significar un nuevo aporte,
una nueva lectura que se
ensamble con aquello que
el autor quiso decir.
En
esta versión, la
historia transcurre durante
el carnaval de 1957 en Buenos
Aires, en vez de transcurrir
durante la Noche de San
Juan. Este marco del carnaval
es sumamente propicio para
que durante la ilusión
de esta fiesta se pueda
venerar lo pagano y pugnar
por el acercamiento de los
cuerpos. De más está
decir que durante esa época
nos encontramos con un momento
en el que la Revolución
Libertadora está
en decadencia y el peronismo
está proscripto.
En esta puesta la presencia
del peronismo es casi fundamental.
Este movimiento político
como sinónimo de
las clases más bajas,
como aquella postal de “los
cabecitas negras”
lavando sus pies en la fuente
de la Plaza de Mayo, es
preponderante.
De
este modo, las pasiones
que se generan entre la
señorita Julia y
su chofer abrevan, dentro
de esta discusión
acerca de la significancia
del peronismo, en el resentimiento
de clases, en la imposibilidad
de los sectores sociales
más desprotegidos
acerca de poder ascender
en la escala social. Todo
esto está presente
en esta puesta de Ferrari
sin olvidar, claro está,
las pasiones de la carne
entre Julia, representante
de la burguesía,
y Juan, el chofer, simbolizando
la clase obrera. Incluso,
el trabajo escenográfico
es una muestra clara de
todo esto. La cocina donde
trabajan los empleados y
en donde transcurre toda
la historia más que
aparentar una cocina de
una casa rica, con sus azulejos
todos blancos dan la sensación
de ser, más bien,
una de esas cocinas a las
que sólo deben ir
los empleados, como las
de restaurantes y cadenas
de supermercados.
La
disposición del elenco
en el espacio que propuso
el director es muy precisa
y embellece su puesta. Aparece,
además, una férrea
cuestión moral en
toda la problemática
que plantea este espectáculo,
ya que al comienzo del mismo
vemos al personaje de Cristina,
la cocinera y novia de Juan,
realizando una suerte de
maleficio (quizás,
en sintonía con aquellos
años de Strindberg
en los que se interesó
por las ciencias ocultas).
Deduzco, con esto, que todo
aquello que les sucede a
los personajes de Juan y
Julia obedezca a esto, como
si fueran una especie de
marionetas del destino.
Y redoblo la apuesta: una
suerte de muñecos
digitados por todo el entorno
socio-político que
los cercena para desencadenar
luego la tragedia.
Carlos
Kaspar en este trabajo pudo
demostrar su enorme calidad
de intérprete. Su
trabajo es encomiable. Laura
Azcurra sorprende gratamente
en su composición
de la señorita Julia
y Maia Francia sobrelleva
con holgura su interpretación.
Un espectáculo delicioso.
Vale la pena.
Marcelo
Saltal
[email protected]
Obra: Señorita
Julia. Autor: August
Strindberg. Versión
libre: Claudio Ferrari.
Elenco: Laura Azcurra, Carlos
Kaspar y Maia Francia. Asistente
de dirección: Adriana
Ferrari. Supervisión
artística: Alberto
Ure. Dirección: Claudio
Ferrari. Sala: Teatro El
Nudo.
Revista El Abasto, n°
96, marzo, 2008.