Salpicón
de problemas actuales
Pensar
en escribir un editorial
para abril, ya entrado en
la mitad del mes, hace que
quiera plantear muchas cosas.
Por un lado está
el lock out de los sojeros
al gobierno encabezado por
Cristina Fernández
que dejó sin alimentos,
o al menos con un importante
aumento en sus precios,
a los habitantes del país
y en especial a los de las
ciudades. Su resonancia
en la clase media con su
cacerolazo no fue tal como
los cómplices de
los multimedios transmitieron.
No fue tanta la gente que
salió, y sin duda
de ellos muchísimos
tienen relación directa
con el campo: estudiantes
bancados por sus padres
estancieros; sojeros que
estaban de paso porque son
los que tienen guita para
comprarse bulos (en especial
en el actual Abasto); pero
no podemos descartar la
gente que se sumó
al repudio llevados por
las cuestiones que podrían
hacerse mejor desde la dirección
del país.
Pero
que los que explotan la
tierra argentina quieran
ganar más, gracias
a un cambio que ya los requetefavorece,
es demasiado. Y encima fueron
ésos los que se quejaban
hace unos años de
los piquetes del hambre
y la desocupación.
Sin necesidad de poner las
cosas en blanco y negro
debemos reconocer un par
de cuestiones básicas.
Por un lado, no es justo
que algunos tengan tanto
y otros tan poco. ¿Por
qué? ¿Porque
un tatarabuelo asesino se
regocijó masacrando
indios y plantando la bandera?
Si el aire no tiene dueño
¡¿qué
es lo que hace tan lógico
que la tierra lo tenga!?
¡Una cuestión
en cuanto a la tan defendida
propiedad privada es el
fruto de nuestro esfuerzo
y otra el fruto de nuestro
esfuerzo más la explotación
de la tierra. Apropiarse
de superficies grandes como
pequeños países
no es lo mismo que poseer
un dos ambientes. Eso en
Europa con más de
dos mil años de historia
lo entienden, acá,
con un par de siglos de
historia hay quienes te
siguen tildando de subversivo
si planteás la necesidad
de una reforma agraria…
Pero
dejemos el campo y volvamos
a Buenos Aires. Y antes
que nada a nuestra revista
que también sufrió
sus propios sacudones: la
mudanza y todo lo que ello
implica. Gracias al presidente
de la asociación
civil Almabasto, don Pascual
Mazzaferri, tenemos ahora
nuestra redacción
en el centro cultural de
jubilados que él
lidera. Pero fueron momentos
difíciles: mudarse,
instalarse, estar sin teléfono,
sin banda ancha…
Y
ya de vuelta en la ciudad
podemos agregar vergonzosos
problemas inherentes al
gobierno porteño,
que para no hacerlo pesado
y darle un poco más
de tiempo a la nueva gestión,
apenas enumeraré
dos: las escuelas en estado
calamitoso y sin calefacción
y los atrasos de los pagos
a los proveedores, que nos
afecta como medio. Qué
bueno que el Buenos Aires
que “estaría
bueno” se ponga bueno
de una buena vez…
Rafael
Sabini
[email protected]
Revista El
Abasto, n° 97, abril,
2008.