Gobierno vs. ruralistas
Mucho
se ha dicho sobre el conflicto
del gobierno con “el
campo”, que tironean
para ver quién se
queda con la ganancia de
la soja. Si los terratenientes
-que lograron amasar una
gran fortuna luego de haber
hecho harina a mucha gente
[léase principalmente
en este caso puntual: indígenas],
parafrasenado a Quino- o
si el Gobierno de la Nación
que necesita guita para
lograr su proyecto de país,
cuya punta de lanza está
representada por un tren
bala. En el medio estamos
nosotros, los vecinos de
las ciudades que ni tenemos
latifundios, ni tampoco
injerencia en el manejo
de los fondos de las arcas
del estado. Pero somos nosotros
los que, por un cambio forzado
e impuesto que nos resulta
desfavorable, venimos, desde
hace muchos años,
pagando los platos rotos.
Y somos nuevamente nosotros
los que pagamos la suba
de precio en los alimentos
y las necesidades básicas,
nuevamente por culpa de
ese modelo de cambio desfavorable.
Y volvemos a ser nosotros
los que sufrimos la falta
de abastecimiento por ese
modelo que beneficia a los
sojeros y al estado. Mientras,
ellos pelean por su ganancia.
No se discute el modelo,
se discute quién
gana más. Y nosotros
ya no sabemos para dónde
patalear: si salimos a cacerolear
se puede interpretar que
estamos con los sojeros
que arruinan las tierras
del país con sus
monocultivos, y si nos quedamos
en el molde nos la siguen
dando. Que bien encaja en
nuestra situación
la frase de Inodoro Pereyra
del gran Roberto Fontanarrosa
que decía así:
“Estoy comprometido
con mi tierra, casado con
sus problemas y divorciado
de sus riquezas”.
Rafael Sabini
Revista El
Abasto, n° 98, mayo,
2008.