Reinando
en la oscuridad
El joven director platense
Alberto Montezanti hace
su desembarco en la escena
teatral porteña con
una fuerte apuesta. Se mete,
nada más ni nada
menos, que con una parte
de la trilogía de
la reconocida escritora
austríaca Elfriede
Jelinek, Premio Nobel de
Literatura 2004, No Importa,
Una pequeña trilogía
de la muerte, tomando para
esto La Reina de los alisos.
Ya la elección de
una escritora como Jelinek
significa una clara decisión
tomada porque si algo, precisamente,
caracteriza a esta literata
es la fragmentación
de lo que escribe, la digresión
constante para desde esa
misma metodología
hacer mella en aquello que
quiere decir. Y si esto
significa todo un enorme
riesgo para verter a través
del mundo de las letras
la tarea se complejiza muchísimo
más a la hora de
trasladar todo este imaginario
en una puesta teatral. ¿Vale
decir que La reina es una
obra de teatro? Yo creo
que más bien apunta
a ser una instalación
teatral. Pero estimo que
no es esto lo que le importó
a Montezanti. Y enbuenahora.
La
dificultad que encontré
en esta enorme apuesta fue
que si bien el orden del
discurso se mantiene intacto
y, más aún,
inmanente (y esto es un
claro acierto del director)
tanta digresión en
este unipersonal no produce
grandes efectos en el público,
el cual escucha un tanto
aburrido ese enorme soliloquio
desgranado por la única
persona en escena.
El
texto La Reina de los alisos
rescata de la tradición
germánica a un personaje
mítico con el que
se asusta a los niños.
Pero se lo pone en palabras
con un personaje real, para
lo que fue la historia alemana,
con la actriz oficial, colaboracionista
del régimen nazi,
Paula Wessely. La intención,
convengamos que es sumamente
interesante. Y desde este
punto de partida se cuestiona
la figura y el posicionamiento
de aquellas/os “divas/os”.
Por
eso, sabiamente, Montezanti
elige no mostrar en ningún
momento la cara de su actriz.
La que trabaja todo el tiempo
de espaldas, con diversas
máscaras que lleva
en la parte posterior de
su cabeza simbolizando así
distintos personajes. (¡Que
tanto! Las divas no se muestran
así porque sí)
Lo que logra el responsable
de esta propuesta es, por
momentos, producir una suerte
de clima sumamente onírico.
Y esto lo consigue a través
del bombardeo permanente
de palabras que dice la
actriz, más la sumatoria
de máscaras y algunos
muy interesantes efectos
lumínicos, instalando
por momentos al espectador
ante imágenes de
una contundencia onírica
potente. Éste es
el logro más importante
de este espectáculo.
Sin dejar de señalar,
por supuesto, que La reina
se sostiene gracias al trabajo
de la actriz Soledad Oubiña
quien sólo con su
trabajo en el decir y su
desenvolvimiento corporal,
sentada todo el tiempo de
espaldas, logra sumergir
al espectador en el imaginario
visual que se desprende
de este espectáculo.
Una
propuesta muy original.
Y moderna. Pero si lo que
usted busca en el teatro
es emocionarse y/o divertirse,
me parece que esto no es
para usted.
Marcelo
Saltal
[email protected]
FICHA TÉCNICA: Obra:
La Reina. Autor: Elfriede
Jelinek. Elenco: Soledad
Oubiña. Director:
Alberto Montezanti. Sala:
Teatro del Abasto.
Revista El
Abasto, n° 98, mayo,
2008.