“Hablar
por boca de ganso”
Cuando
un ganso grita, todos los
demás se pliegan
al barullo; pero no es esa
manía la que originó
el dicho. Hace tiempo se
daba también el nombre
de “ganso” a
la persona que se desempeñaba
como ayo o preceptor. El
calificativo zoológico
que se endilgaba al maestro
nada tiene que ver con las
gansadas que podía
cometer, se debía
a la pluma con la que escribía
y enseñaba a escribir.
Era, como se estilaba entonces,
una pluma de ganso. El buen
alumno era el que repetía
dócilmente lo que
su ganso afirmaba. Con el
tiempo, el sentido de la
frase cambió ligeramente.
“Hablar por boca de
ganso” equivale a
repetir algo de cuya constancia
se carece. Quien así
habla suele hacerlo con
pedantería, respaldándose
en el conocimiento de algún
otro. No verifica lo que
ha oído, ni lo piensa,
ni lo critica. Simplemente,
habla. Por boca de ganso.
Héctor
Zimmerman
de Tres mil historias
de frases y palabras que
decimos a cada rato,
Editorial Aguilar, Buenos
Aires, 1999.
Revista El Abasto, n°
99, junio, 2008.