La
verdad no incomoda
Rodrigo
Jiménez quedó
estupefacto. Sobre su escritorio
se encontraba una carpeta
con el cheque de 50 mil
dólares. La gran
estrategia para lavar la
imagen negativa de la empresa
a la que sirve, desde su
cargo de Director de Asuntos
Corporativos para Sudamérica,
había fracasado estrepitosamente.
El rol obsecuente y cómplice
que juegan las autoridades
gubernamentales y la elite
política de Chile
no sirvió de nada
cuando Albert Arnold Gore
tomó la decisión
de no participar del Seminario
“Calentamiento Global
y Cambio Climático:
la hora de actuar ha llegado”
si no se expulsaba a la
Barrick Gold del lugar especial
que había logrado
adquirir como principal
patrocinador del evento.
Kalee
D. Kreider, Director de
Comunicaciones del ex vicepresidente
de Estados Unidos, fue tajante:
exigió a los organizadores
del seminario que desvincularan
a la compañía
minera de todos los protocolos,
actividades, afiches y actas
relacionados con el magno
evento dado que para Al
Gore resultaba inadmisible
que su visita a Santiago
estuviese vinculada a la
transnacional Barrick Gold
bajo ningún aspecto
“en consideración
a los antecedentes aportados
sobre la empresa, por organizaciones
de medio ambiente en Chile
y en el extranjero contra
la forma como opera dicha
empresa minera”. En
pocas palabras, se refería
al polémico y cuestionado
proyecto minero binacional
Pascua Lama.
El
día 11 de mayo, más
de 1700 personas colmaron
el Gran Salón de
CasaPiedra en Santiago,
Capital de Chile. Los ex
Presidentes Ricardo Lagos
y Patricio Aylwin, los Ministros
de Economía y Medio
Ambiente, senadores, diputados,
empresarios, representantes
de organizaciones ecologistas
y la máxima autoridad
del país, la presidenta
Michelle Bachelet, (quien
cerró el seminario)
estuvieron presentes y brindaron
el marco adecuado para escuchar
al orador principal del
evento: Al Gore, reciente
ganador de un Oscar por
su documental “Una
verdad incómoda.”
"La
crisis climática
es el desafío más
grande que nuestra civilización
haya enfrentado nunca",
enunció Gore. Junto
con remarcar los peligros
que enfrenta la Tierra,
dijo que es igualmente necesario
detectar las soluciones.
Mostró numerosas
imágenes del planeta,
al que seguirían
más tarde comparaciones
de un antes y después
de decenas de glaciares
y lagos, que evidencian
cómo la cantidad
de hielo o agua ha retrocedido
en las décadas recientes.
Enfatizó que la comunidad
científica internacional
ha reportado en 15 informes
que, si no se hace algo,
los resultados para el planeta
pueden ser catastróficos.
No hacer nada "sería
el acto más inmoral
y antiético jamás
cometido en la historia",
expresó. "Nuestros
hijos y nietos nos preguntarían
en qué estábamos
pensando", advirtió.
¿Será
que Al Gore fue el único
que se dio cuenta que es
cuanto menos impertinente
que una empresa cuya meta
es pulverizar una masa equivalente
a 400 pirámides de
Gizeh en la cordillera de
Los Andes, no está
en condiciones morales de
patrocinar ninguna cruzada
ecológica?
¿Será
que ni la Ministro de Medio
Ambiente – Ana Lya
Uriarte -, ni la presidenta
de Chile – Michelle
Bachelet- advirtieron que
la cantidad de explosivos
que la Barrick utiliza,
libera - cada seis meses
- una potencia equivalente
a una bomba de Hiroshima?
¿O
será quizás
que sólo a Al Gore
le da vergüenza ajena
que una empresa que por
día contamina con
cianuro y mercurio el total
del agua destinada para
consumo humano capaz de
abastecer por día
a una ciudad de 200 mil
habitantes, sea el patrocinador
principal?
Rodrigo
Jiménez quedó
estupefacto. Sobre su escritorio
no sólo se encontraba
la carpeta con el cheque
de 50 mil, sino que se tropezó
con el No más rotundo,
que ni una presidente se
atrevió a decirle
jamás.
La
hora de actuar ha llegado.
Viviana
Demaría
y José Figueroa
Publicado:
Bs. As. 13-6-2007
Antes
Después