¿Qué
nos dice el tango de la comida?
Si para el porteño
bailar tango es tradicional,
para el argentino no existe
mejor tradición que
sentarse a comer, en lo posible
un espectacular asado.
Un
tango tradicional que tiene
nombre de alimento es “El
Choclo”, sin embargo
su letra no menciona ni una
palabra en relación
con el arte gastronómico.
Como “Don Brócoli”,
de 1918, que sólo habla
de un hombre medio gil.
Otro del
mismo estilo, es decir, que
tiene nombre de comida pero
que su letra no tiene relación
con el tema, es “Pan”,
de Celedonio Flores; relata
la historia de un hombre que
por hambre y pobreza es condenado
a prisión por haber
robado un cacho de pan.
El tango
“Acquaforte”,
de Pettorossi es otro que
relaciona la comida con la
pobreza o la miseria, al decir:
las madres que sufren / los
chicos que vagan / sin techo
y sin pan, / vendiendo La
Prensa, / ganando dos guitas…
Ciertas
letras presentan la falta
de comida frente al exceso
de noches de lujos y placeres:
Un viejo verde, que gasta
su dinero / emborrachando
a Lulú con su champán
/ hoy le negó el aumento
a un pobre obrero / que le
pidió un pedazo más
de pan…
Existen
tangos que evocan lugares
gastronómicos, el más
emotivo, tal vez, puede ser
“Café de los
Angelitos”, que Troilo
instrumentaba, y decía:
Yo te alegré con mis
gritos / en los tiempos de
Carlitos / por Rivadavia y
Rincón... Castillo
y Troilo compusieron el tango
“La Cantina”,
lugar típico de encuentro
de los inmigrantes italianos
de principios del siglo XX.
Por su lado, Catulo compuso
“Aquella cantina de
la Ribera”, que está
llamando a las almas que no
tienen puerto / porque han
olvidado las rutas del mar…
Estos tangos están
sumamente relacionados al
barrio de La Boca.
Finalmente,
me resulta curioso que siendo
el comer uno de los placeres
que más disfrutamos,
además de ser una excelente
excusa para la ocasión
del encuentro (y sabemos que
los tangueros fueron y son
de buen comer, como Carlitos
Gardel), se hayan escrito
tangos sobre los lugares de
encuentro y no puntualmente
sobre las comidas.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista
El Abasto, n° 81,
octubre 2006.
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