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No solo un slogan
El hombre por naturaleza se las rebusca para adaptarse y sobrevivir a los cambios del mundo. Podemos decir que así surgió un poco el tango. Cuando nuestros ancestros bajaron de los barcos debieron buscar un rebusque para poder subsistir. Prácticamente ninguno venía con algo estable o un trabajo seguro, así que se buscaron algo para hacer. Algunos apelaron al oficio familiar, y otros aprendieron a trabajar.
   Pero cuando se juntaban todos, luego de sus jornadas laborales, se las rebuscaban para divertirse, distenderse y evitar la nostalgia. Poco a poco, el ritmo del tango fue apareciendo, y con él, sus letras.
Sin ofender a nadie, el arte para mí es un rebusque. Es una manera de transmitir emociones y sentimientos a través de una expresión, ya sea la pintura, la escultura, la música, la danza, o lo que fuera. Se las rebuscan para transmitir ese sentimiento. Y el tango es puro sentimiento, y lo transmite desde sus letras hasta en las pistas.
   Si alguien sabía rebuscárselas para transmitir escalofríos y ponernos la piel de gallina, era el Polaco Goyeneche. Al entonar Perdón si me ves lagrimear... / ¡Los recuerdos me han hecho mal!... del tango “Como dos extraños”, va terminando y parece llorar. O, ¿quién no quiso salir a ver la luna rodando por Callao… y saludar al loco de su Balada?
   Un tango que habla del rebusque de la vida es “Yira, yira”, del genio Discépolo. El también sabía de rebusques. Decía que luego de buscar un pecho fraterno y rajarse los tamangos buscando un mango, sabía que Aunque te quiebre la vida, / aunque te muerda un dolor, / no esperes nunca una ayuda, / ni una mano, ni un favor… Conocía de la sordera del mundo…
   Hoy, luego de la crisis, surgieron nuevos rebusques. Más allá del arte, y yendo hacia lo cotidiano y lo político, tenemos ejemplos como el cartonero. También revivieron viejos oficios, como aquellos que traían los inmigrantes. Ojalá el país progrese, deje de rebuscárselas para seguir, y sea de una vez un país en serio (y no sólo un slogan).

Catalina Cabana
[email protected]

Revista El Abasto, n° 82, noviembre 2006.


 



 

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