Tango
y rock; rock y tango
A principios del siglo XX,
el tango fue aceptado mundialmente,
pasando de las clases marginadas
a las elites mundiales. Por
unas cuantas décadas
ocupó un lugar de privilegio
en los mejores salones y cabarutes,
tanto en Buenos Aires como
en lujosos lugares de París.
Sin embargo, llegada la década
del 50, un nuevo ritmo empezó
a conquistar a los jóvenes,
quienes se olvidaron del tango
y lo pusieron en un segundo
plano. A partir de ese entonces,
el tango pasó a ser
“cosa de viejos”.
Pasó
el tiempo, y poco a poco el
rock nacional miró
hacia atrás y descubrió
que existían letras
con un fuerte peso emocional,
y decidió rescatarlas.
Además, de incorporar
pequeños detalles de
la cultura tanguera en sus
composiciones. Ya en los 60
y 70, grupos con Sui Generis,
y Pedro y Pablo, incorporaron
el bandoneón. A fines
de los noventa la banda Los
Piojos realizó su propia
versión del tango de
Discépolo, “Yira,
Yira”. Fue grabada en
vivo, y en aquel entonces
tuvo bastante difusión.
Anteriormente,
Spinetta junto a Fito Páez,
habían grabado su versión
de “Grisel”, Celeste
Carballo y Charly García,
hicieron lo suyo con “El
día que me quieras”,
y Moris con “Tomo y
obligo”, entre otros
varios.
Muy
conocida es la grabación
de “Siga el baile”
de Alberto Castillo, acompañando
a los Auténticos Decadentes.
En varias actuaciones de tangueros,
participaron estrellas del
rock nacional y viceversa.
Actualmente, Javier Calamaro,
recorre el país con
su gira cantando tangos.
Esperemos
que así, la juventud
descubra que el tango no es
“cosa de viejos”,
sino que es parte integrante
de nuestra cultura e idiosincrasia,
y algún día
nos encontremos todos bailando
y disfrutando de los compases
del bandoneón.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto,
n° 83, diciembre 2006.
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