Buenos
Aires, el mayor museo de tango
Si alguien en cualquier parte
del mundo quiere ver tango,
viene al museo principal,
que es, sin lugar a dudas,
Buenos Aires. Toda la ciudad
guarda en cada rincón,
en cada esquina, en cada ventana,
un poquito de tango.
Pero caminando
por Buenos Aires podemos encontrar
un par de museos interesantes.
El principal es, obviamente,
el Museo del Tango, que alberga
partituras, fotos, momentos,
autógrafos, y recuerdos
increíbles de las mejores
épocas del tango. Saliendo
se puede visitar el Tortoni,
que también puede contar
como museo. Si queremos conocer
un poco más al Zorzal,
basta con ir a su casa, y
recorrer las habitaciones
que contienen su piano, la
foto de su madre y el suelo
rechinante.
El barrio
de Pompeya atesora tango en
cada vereda, y tiene en su
haber el museo Manoblanca,
que referencia al tango homónimo
de Manzi. Sobre un amor que
lo espera en la misma esquina
donde hoy está el museo.
Dice: Ahora sigan parejo otra
vez /mientras sueño
en los ojos aquellos / de
la Avenida Centenera y Tabaré.
En Recoleta,
encontramos el museo Palais
de Glace, en donde varias
veces al año se puede
visitar algún festival
de Tango y bailar al ritmo
de orquestas típicas.
Ayer, en 1910, era una gigantesca
pista de hielo. Pero parece
que entre ayer y hoy, fue
un lugar de encuentro de varios
tangueros. Fue el primer salón
donde se bailó tango
en la ciudad, ya no en arrabal,
o al menos eso nos insinúa
el tango “Palais de
Glace” con el que Cadícamo
hizo pasar los mejores momentos
del Palais a la historia.
Luego de que cerrara sus puertas
al tango y cambiara de rumbo,
escribió: ¡Noches
del Palé de Glas!/
Ilusión de llevar el
compás./ Tu recuerdo
es emoción / y al mirar
que ya no estás / se
me encoge el corazón...
Yo los invito
a todos a caminar por el Abasto,
por Pompeya o por Palermo,
y que descubran que cada baldosa
tiene historia, y que cada
barrio es un museo del tango
en si mismo…
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto,
n° 84, museos, enero/febrero,
2007.
|