¡Claro
que vive!
Tremenda
tendencia argentina la de
honrar a ídolos de
tan mala manera. Los nuestros
nomás: Gardel con
un monumento con el que
cuesta asociarlo, y retrasando
su casa museo. Luca con
una película que
confunde lo desprolijo y
lo espontáneo con
lo barato.
La alegría de enterarme
de que se hacía una
película sobre un
tan querido innovador del
rock nacional como lo fue
Luca Prodan, alma mater
del grupo Sumo, me alegró
mucho.
El
largometraje lo dirigió
Jorge Coscia. Leí
que el guión se basó
en el libro de Carlos Polimeni.
La trama
es la siguiente: los últimos
días de Luca entre
Cemento, su vivienda en
la calle Alsina y alguna
que otra acción por
Buenos Aires, entrelazados
con relatos de su vida.
Uno está
acostumbrado a las ambientaciones
formidables de las películas
hollywoodenses, y también
a las argentinas, cuando
intentan algo histórico.
A decir verdad, me molestó
ver la estación Carlos
Gardel actual con un subte
de hoy con un actor –Daniel
Ritto– que hace de
Luca quien falleció
hace unos dieciocho años.
No hubo intento de hacernos
creer que estábamos
en los ochenta. Aunque la
actuación del protagonista
no es mala, igual, me costó
mucho identificarlo con
el personaje, por una cuestión
física e incluso
de voz. Porque los temas
los interpreta el mismo
actor. Original pero uno
extraña a la estrella.
Creo que con mejor ambientación
y algo de música
original la película
hubiese levantado mucho.
El
reparto de roles fue entre
amigos del mítico
rockero, como Omar Chabán,
Tomo Lupo, Stefano y Manolo
del bar de Hurlingham, lo
cual le da una onda interesante
y un efecto de realidad.
También participan
actores como Valeria de
Luque y Lorena Damonte entre
otros.
La idea
no es mala: captar la bohemia
de este rockero, sus ideas.
Molesta un poco que critiquen
continuamente a Pettinato,
no porque yo sienta una
particular admiración
por éste -hoy entretenedor
televisivo y en aquel entonces
saxofonista de Sumo- sino
porque da una sensación
de rencor hacia su persona,
como si se le hubiese pedido
de colaborar con la película
y se hubiese recibido una
negativa... Puede ser que
esté errado, pero
es constante esa criticona
insistencia.
Por último,
y tal vez sea lo más
brutal, una imagen “suaresca”
donde una de las tantas
minas de Luca (porque eso
sí, en la película
el pelado pasa a ser una
especie de sexsimbol, algo
que creo le hubiese causado
risa a sí mismo)
se baña mientras
el tema de fondo, “Heroina”
recita un “soltá
tu pelo con Wellapon”
y como en un corto publicitario
cargado de sexualidad, a
ella le chorrea el champú
por la comisura de la boca
hacia los pechos y como
quien no quiere la cosa
muestra el champú
que utiliza, adivinen qué
marca... Yo a Luca no lo
conocí personalmente,
pero a esta altura creo
entenderlo bastante, por
relatos, lecturas y por
su música, y sé
que si él viviese
materialmente habría
pateado el paño blanco
del cine exclamando: ¡FUCK
YOU!
Rafael Sabini
Revista El Abasto n°
40, noviembre 2002.