Encuentro
con dos artistas plásticos
sobresalientes cuyo punto
de unión fue el Abasto
de los ´80: Marcia
Schvartz y
Luis “Búlgaro”
Freisztav.
El Abasto
en los ´80
Cuando pensamos este nuevo
número del under
de los ´80 fueron
muchos los nombres que tuvimos
in mente: Schvartz,
Urdapilleta, Batato, Noy…
y comenzamos buscando a
la primera, que sugirió
encontrarse con nosotros
junto a algún otro
compañero de ese
entonces. Como simultáneamente
surgió el encuentro
con Roberto Fernández,
Marcia propuso al Búlgaro,
con quien había armado
el Camión de la Kermesse.
La reunión se efectuó
en la casa del Búlgaro
en el barrio porteño
de La Paternal por un tema
de practicidad: necesita
oxígeno debido a
un enfisema pulmonar, triste
producto del cigarrillo.
Hace poco sus colegas organizaron
un evento que llamaron “Un
pulmón para el Búlgaro”.
Además la mujer del
Búlgaro, la artista
plástica Patricia
Koremblit, armó un
blog con la intención
de conseguir más
donantes. Pero la espera
a una donación de
órgano es larga.
Son pocos los donantes,
se cuentan con dos dígitos
por millón.
Punto de
encuentro: el Abasto
El Búlgaro
comenzó contándonos
que al conocer a Marcia
a principio de los ´80
él hacía unos
muñecos muy grandes
con la madera de los cajones
desechados por el Mercado.
Mientras trabajaba por Zelaya
vivía en una sala
de ensayo cercana al Abasto.
Sin embargo, cuenta que
tuvo muchos trabajos diferentes,
y que además trabajaba
mucho. Tampoco era un tipo
de salir y hacer demasiada
vida nocturna. Eso sí,
siempre paralelamente a
sus trabajos que muchas
veces requerían de
conocimiento de oficios
estaba su labor de artista.
Marcia
llega de su exilio en España
en el ´82. Al año
se mudó al Abasto
donde pronto se conocieron
con el Búlgaro. Marcia
para esa época vivía
en lo que hoy es la Casona
Cultural Humahuaca y tenía,
en lo que hoy es el bar,
su atelier. Ella se mudó
de ahí hace ocho
años, cuenta: “me
encantó dejársela
a ellos porque tenía
miedo que la tiraran abajo
e hicieran un edificio.
Porque ya hicieron eso con
muchas casas. Uno de los
de la casona había
sido compañero mío
de Bellas Artes. Y aunque
yo ya tenía señada
la casa, con Caputo de intermediarios,
hice devolver la seña.
Lo que más me gustó
es que quedaran las plantas,
porque todas las plantas
que hay las planté
yo. No había nada
ahí. Y la casa había
estado media abandonada.
Incluso planté el
árbol del frente.”
Le
pregunto a Marcia sobre
unas fiestas imperdibles
que hacían en su
casa con pintura o dibujo
en vivo… “Eso
fue cuando recién
me mudé. De entrada
me mudé ahí
con una amiga. Esa casa
es enorme. Ella vivió
ahí durante un año
y era ella la que organizaba
esas fiestas. Música,
equipos, damajuanas…
Una vez que se fue nunca
más hice una fiesta,
estaba pero no hacía
nada.”
Educación
artística
El Búlgaro
desmitifica: “Nunca
viví del arte. Como
mucho habré vendido
alguna cosa. Tampoco supe
moverme o calentarme más
para vivir del arte. Esa
época fue muy linda
porque yo estaba con el
tema de los cajones y los
alambres y estaba muy ávido
de conocer cosas. Soy autodidacta,
pero aprendí de mucha
gente: Alberto Heredia,
Norberto Gómez. Te
van apiolando, de pronto
te dicen una palabra que
vale por mil. Siempre me
impactó la obra de
Berni. Además mi
viejo es escultor. Mi viejo
me presentó hace
muchos años a un
tallador que se llamaba
Ramón Catejón.
Ahí aprendí
el oficio de tallar. Eso
me sirvió para en
algún momento trabajar
con tallado. Y es un antecedente
para moverme dentro de la
plástica. Y en el
Abasto encontré un
grupo que podía coincidir
conmigo, lo que yo necesitaba
para expresarme.”
A
lo que Marcia agrega: “somos
todos, y me incluyo, del
campo popular.
Yo tampoco terminé
Bellas Artes.
Camión
de la Kermesse
Una movida
colectiva importante en
el Abasto de los ´80
fue el Camión de
la Kermesse que hicimos
yo y el Búlgaro.
Te resumo un poco. El Búlgaro
un día me tocó
la puerta y nos hicimos
amigos. Después,
en una fiesta en mi casa
vino (Liliana) Maresca que
yo no conocía, porque,
como recién decía,
no organizaba las fiestas.
Ella se hizo amiga del Búlgaro
y lo invitó a participar
en La Kermesse. El Paraíso
de las Bestias en (el Centro
Cultural) Recoleta.
”Nos
surgió la idea de
hacer un camión ambientándolo
como podría haber
sido para ir a la playa.
La cosa es que uno consiguió
un camión, donde
vivía un ciruja que
indemnizamos y lo limpiamos
todo y le pedimos a la Municipalidad
que lo acercara. Fui con
una carta de Recoleta, de
caradura, y le pedimos que
lo traigan. Y desde la Municipalidad
se coparon y lo trasladaron
a la puerta de mi casa.
Tres veces la llevamos a
Recoleta.”
“Los
muñecos los hacíamos
en mi taller y los sacábamos
de noche. Habían
muñecos de él
y otros míos. Pero
para los míos el
Búlgaro me ayudaba
con el esqueleto.”
Fueron
muchos los muñecos
que integraban el camión,
una especie de remembranza
de un pasado cercano. Era
como que iban a la playa.
En la puerta decía
“Suba y viaje con
don Techo” que era
el chofer, en la caja estaba
la nona, también
había un mecánico,
una minita en malla. De
entrada habían puesto
una serie de paisajes de
Argentina en un rollo que
aparecía por una
ventana cuando giraban una
manivela. Sólo que
esa manivela duró
poco.
Otras actividades
de los ochenta
También
me cuentan la anécdota
de un “dragón-bagre”
que salió del Abasto
y llegó al Obelisco.
“Era como un dragón
chino, pero era un bagre,
tenía un sombrero,
y adentro, en la cabeza,
iba el Búlgaro que
corría y corría.
Ese bicho pesaba como treinta
kilos”, cuenta Marcia.
“Salimos del Abasto,
hicimos todo por Corrientes,
hasta el Obelisco. “Recuerdo
que Marcia me decía
que cambie, que lo lleve
otro. La gente se paraba
y nos miraba. No entendía
nada.” Rememora el
Búlgaro y sigue:
“siempre creía
que lo hicimos porque había
terminado la dictadura,
pero era la fiesta del estudiante,
porque después terminamos
en MEBA, con una fiesta”.
Y Marcia se explaya más
sobre ese entonces: “En
esa época había
empezado a hacer disfraces
para una obra de mi hermana,
Quiqui, en El Einstein,
el boliche de Chabán.
Entramos de lleno con el
Búlgaro en todo ese
mundo. Recuerdo un recital
de Los Redonditos de Ricota
donde mi hermana cantó
con ellos. Eran Los Redondos
aquellos, eran muy under,
esto era en 1984 o 1985”.
A lo que el Búlgaro
agrega: “para mí
el Abasto funcionó
como el disparo de una conexión
con algo que no existía
en otros lugares de Buenos
Aires, y que tenía
que ver con la diversión,
la alegría, el trabajo;
muy emparentado esto con
lo que es Latinoamérica,
que no existe acá,
entonces todo ese clima
de camiones, de cirujas,
de laburo, tenía
también su cosa afectiva
y estaba todo este mundo
que yo no conocía,
y que lo conocí un
poco a través de
Marcia y de Liliana, que
era todo ese under que apenas
se empezaba a armar. Para
mí fue la conexión,
porque yo creo que si no
hubiese estado ese clima,
yo no me habría enganchado,
porque en general me enganchaba
con las cosas a través
del laburo, no a través
de la vida nocturna, pero
sí laburaba a la
noche, lo hice de mozo por
ejemplo.
M.: “Lo que pasaba
era que en los museos, en
las galerías, no
había un espacio
para las cosas que tuvieran
que ver con lo popular,
como las que hacía
el Búlgaro, entonces
la salida de eso fue por
el lado de todo ese movimiento
under.”
Pero de
alguna manera, esa presión
que ustedes hicieron llegó
a forjar cosas, no?
M.: “No, al contrario,
no aflojó nada. Mira
el camión ése,
cuando nos pidieron que
lo dejáramos fijo
en el Centro Cultural Recoleta,
y yo tengo el papel en casa
en donde pedían esto,
y nosotros le dijimos que
sí, ¿sabés
donde terminó el
camión?, tirado en
el Shopping Design, que
está detrás
de La Recoleta. Y yo tengo
una carta de lectores del
diario La Nación
donde hay una foto que muestra
el camión tirado
ahí, y en donde un
vecino decía ´qué
hacía esa porquería
tirada ahí, en un
barrio como ése´.
Eso es lo que hicieron con
nuestra donación.
Los muñecos los sacaron,
los dejaron tirados por
ahí, y vino un boludo
que no me acuerdo el nombre,
pero sé que era un
actor, agarró los
muñecos hizo una
pila y los pintó
todos de rojo como que estaban
en una hoguera, agarraron
nuestras obras para hacer
otra cosa, o sea, ¡una
falta de respeto total!
¡Y pensar que ellos
fueron los que había
pedido que lo donáramos!
Yo, si sabía esto,
lo hubiese dejado en la
puerta de mi casa. Se burlaron
de nosotros. Todos quedamos
muy deprimidos, porque habíamos
estado trabajando un montón,
vino el punto final, la
obediencia debida, todos
los milicos de nuevo, y
los lugares que nosotros
nos habíamos inventado
los toman fachos, gente
de mierda, los mismos que
estaban antes. Lo mismo
pasó con el Rojas,
nosotros hicimos punta en
el Rojas, después
nos dejaron totalmente afuera
e hicieron una cuestión
de mercado ahí adentro.
Y todavía decían
que era un lugar under pero
no era el lugar under que
había sido, lo agarraron,
a nosotros no nos dieron
bola jamás, empezaron
a poner todas purpurinas
y toda la mierda del mercado
que fueron los años
´90. Nosotros pasamos
a ser ´chicos bolches´,
ellos fueron ´chicos
modernos´, y esto
hizo que mucha gente dejara
de pintar, se asquearon,
dijeron basta, no fueron
más a una inauguración.
Eso fue lo que nos hicieron
a nosotros como generación
por segunda vez; primero
mataron a nuestros amigos,
y después nos volvieron
a cagar.”
¿Ustedes
militaron?
B.: “Yo no, pero siempre
simpaticé con el
socialismo y con el peronismo
de izquierda. Sí,
en mi familia hubo gente
que militó, mi hermano
y mi hermana estuvieron
en la JP. Pero yo estaba
más como en una nube
de pedo, me juntaba más
con músicos, estaba
en otra.”
M.: “Eras artista
Búlgaro. Pero yo
sí milité.
Lo hice antes de irme, mucho
antes, y yo a mis compañeros
no le decí
a que era pintora, de hecho
yo trabajaba en publicidad,
pero el arte estaba mal
visto, era todo muy estricto.
Te lo digo porque lo viví,
no podías ser artista,
eso era de pequeñoburgués,
entonces había como
un fuera de lugar nuestro,
tenías que esconder
que eras creador.”
“El Búlgaro
ha creado una imagen que
marca una época,
como Norberto Gómez,
no hay mucha gente que haya
hecho ese trabajo con esa
carga, con esos materiales,
con esas, cosas. Las primeras
cosas que vi de él,
me volaban la cabeza. Y
así siempre.”
B.: Sí, mirá
siempre le dije a Marcia
que tenía que haber
puesto un perrito arriba
del camión y me quedó
eso. Ahí empecé
a hacer perros. O sea, para
mí esa relación
de amistad, tanto con Marcia
como con Liliana (Maresca),
hacía que se te dispararan
más cosas. Y se dio
ahí, con este grupo
de gente. Maresca tenía
un grupo muy grande de gente
y lo manejaba bien. Yo estaba
ahí por ella, sino
me iba, porque con mucha
gente no me entendía,
me entendía con ella,
con Roberto (Fernández)
y con dos o tres personas
más. Pero siempre
fui así, no tuve
un amplio espectro de amistades.
Cierre
del Mercado
M.: “Cuando
cerraron el Abasto aprovechamos
para llorar un montón.
Fue muy fuerte el cierre.
Había todo un mundo
en torno del Abasto. Desde
los changarines a todo el
submundo de los buscas que
vendían lotería.
Después todo eso
quedó flotando en
la nada. Nosotros comíamos
en un boliche enfrente del
Mercado, sobre Agüero,
y veíamos cuando
descargaban los camiones.
Era alucinante.”
De Batato
Barea a Babilonia y Estudio
Abierto
M: “Batato
es del barrio también.
Un amigo. Tengo una foto
con él en Babilonia.
Ésos eran unos hijos
de puta. Tenían convenio
con la municipalidad y no
nos dejaban hacer cosas
en la calle y ellos sí
hacían. Recuerdo
un día en que actuaba
Noy y que no me dejaron
entrar. Incluso aunque Noy
decía que yo era
su amiga, que me dejara
entrar. Ellos querían
que pagues la entrada. Incluso
el “Turco”,
Chabán, te dejaba
pasar en casos así.
”Otra
vez vino un grupo de afuera
a actuar de onda, gratis.
Actuaron pero no los dejaron
tomar el vino que habían
traído porque había
que consumir ahí.
Otra vuelta nos eligieron
para un festival -Des Alumé-
convocado por una ciudad.
Vinieron y eligieron cosas
del under. Nos llevaron
a Francia a nosotros, a
Roberto Fernández,
y había gente de
teatro, de tango. Muchos
eran del Abasto. En ese
entonces estaban actuando
en Babilonia amigos como
Alejandro Urdapilleta y
Soledad Villamil. Estos
franceses habían
elegido tres esketches de
Babilonia. ¡Vos podés
creer que en vez de viajar
los artistas fueron los
dueños!
”Batato
los odiaba a los de Babilonia.
Urdapilleta no les dirigía
la palabra. Porque los tipos
se habían portado
de una manera asquerosa.
Yo dejé de ir. Esa
gente sigue hoy en la municipalidad.”
Claro,
de hecho son los que dirigen
el Festival Internacional
de Buenos Aires…
M.: “Claro. Pero ahora
los rajan. Es una rosca
infernal, pero ya los rajan.
Claro que va a venir otra
rosca ahora. De hecho el
ante año pasado participé
en un Estudio Abierto y
estaba montado todo por
Grosman, el hermano.”
¿Ese
fue un Estudio Abierto en
San Telmo, donde vos estás
ahora?
M.: “Yo no participo
de eso nunca, porque me
parece una mierda. Pero
hicieron uno hace dos años
en un lugar de la marina
en Puerto Madero, al lado
del Hotel de los Inmigrantes.
Me invitaron a exponer unos
grabados que tienen que
ver con la temática
de los desaparecidos porque
necesitaban algo para contrarrestar
todas las boludeces, purpurinas,
cosas así. Me invitaron
por eso y fui solamente
porque era un lugar de la
Marina…”
Lo que
están haciendo hoy
El Búlgaro
cuenta que hace tres años
que está sin trabajar
por su problema. Pero estuvo
haciendo gimnasia y nadando.
“Y lo disfruté
mucho, estaba metido en
eso y me entusiasmaba. Hacía
natación como si
hiciera escultura. Trabajé
mucho con la materia, la
conozco y las obras me salen
más rápido.
Pero la escultura implica
polvillos, y me tengo que
cuidar. Cuando aprendí
a nadar hice cuarenta vidrios
con una rana representando
la transparencia del agua.”
Cabe agregar que en la Papelera
Palermo hicieron una ventana
con sus ranas.
“No
es que uno hace las cosas
de valiente, hay un momento
en que las hacés
o fuiste, entonces te ponés
las pilas, porque atrás
tuyo hay un montón
de otras cosas a las que
vos le tenés que
responder, porque vos te
sentís respaldado
por el afecto; para qué
me voy a poner a hacer esculturas
con materiales que me hacen
mal. Hay artistas o escultores
que se anestesian completamente
con el trabajo, encuentran
una satisfacción
enorme en lo que hacen y
se mandan. Para mí
la anestesia hoy está
en mi familia.”
Por
otro lado Marcia
cuenta que está trabajando
mucho. Está haciendo
unos trabajos con yeso “haciendo
unas cosas medio raras”
y está por inaugurar
una muestra en la
Universidad de La Matanza.
Rafael
Sabini
Perro del "Búlgaro".