Revista N°200

Inundaciones, incendios: ¿algo natural o político? (es decir, decidido por el hombre)

Inundaciones... incendios...

Bergman nos ha tranquilizado. Luego de su acto de sinceridad al asumir su cargo confesando que no sabía un pepino del área para la que fuera designado, acaba de atribuirse un 8 sobre 10 en solvencia en el ejercicio de sus funciones.
     Es decir, está a la par de cualquier otro ministro o funcionario en lo que tiene que ver no con un juicio más o menos objetivo del desempeño de sus tareas sino en la visión que él tiene de sí mismo respecto de ese desempeño, como el presidente.
     Es un poco como el dictamen de la senadora Elisa Carrió que apostrofó con que en este país se trabaja poco y nada, país de vagos, y resulta ser una de las senadoras más faltadoras, sino la más…
     Es el autismo que crece.
    Pero más vale hablar de una cierta cuestión, por ejemplo, que no de los ungidos para “administrar” dicha cuestión o representarla.
     El país ha conocido inundaciones de enorme extensión este verano. Y a su vez, en otros territorios y simultáneamente, incendios también de inusual extensión.

 

INUNDACIONES
Desde hace tiempo se conoce que la agroindustria y la llamada “agricultura inteligente” tiene muchísimo que ver con ellas. Por ejemplo, ya está comprobado que la tala de bosque nativo elimina la capacidad de retención de lluvia de su suelo. La extensión de la siembra directa también coadyuva a la escorrentía al dificultar el acceso del agua de lluvia al suelo. Un informe del Banco Mundial sobre Argentina lo corrobora: “Una comparación visual entre la distribución espacial de la deforestación y los eventos de inundaciones sugiere que las mayores inundaciones ribereñas ocurren en regiones deforestadas'.

 

Inundación en La Emilia, en el noroeste bonaerense. Foto: Juan José García. Clarín.

 

     Nicolás Bertrám, ingeniero del INTA es concluyente: “el modelo productivo es la principal causa de la casi nula capacidad de absorción que tiene la tierra en este territorio exprimido por la soja.” Esto parece haber sido decisivo con el arrasamiento de La Emilia, provincia de Santa Fe, una población inundada con enorme daño (y un habitante muerto).
     Por otra parte, el régimen de lluvias se ha ido tropicalizando: lluvias más intensas y de menor duración lo que significa mayor cantidad de caída de agua en menos tiempo, acercando el régimen de lluvia de una zona templada como la pampeana a un régimen de lluvia en clima más cálido. Eso expresa también el calentamiento global.
     Otro factor que se estima colabora con el aumento de las inundaciones es la urbanización. La urbanización suele cortar el drenaje natural en el área urbanizada, precisamente. Si la urbanización se proyecta advirtiendo este aspecto, es posible urbanizar atenuando mucho el achique del drenaje, construyendo una urbanización “a manchones”, como ha llevado adelante sus urbanizaciones un país como Suecia, por ejemplo. Pero si la idea es plantificar en el terreno lo diseñado en algún proyecto urbanizador general, allí la absorción disminuye (y la escorrentía aumenta proporcionalmente), a causa de la capa de cemento generalizada que tal urbanización implica. La Capital Federal, por ejemplo, conservaba hace pocas décadas apenas un 15% de viviendas con jardín, con tierra con suelo planetario propiamente dicho, y es de presumir que el porcentaje hoy sea francamente menor.
     Diversas mediciones indican que la temperatura promedio del planeta ha subido (es muy difícil cuantificar con precisión ese aumento). Ese calentamiento produce inevitablemente variaciones climáticas, alteraciones en este caso del régimen de lluvias.
Pero el calentamiento global incide en las inundaciones además por otra vía, en este caso, propiamente vertiente. Se ha verificado que el derretimiento de los hielos de montaña, los glaciares está aumentando con el calentamiento global. Cuando en la misma zona opera la escorrentía del agua de las montañas con hielos derritiéndose y lluvias locales, la escorrentía se hace mucho mayor y en consecuencia se precipitan más inundaciones.
    En el hemisferio norte existe otra causa todavía, sobre-cogedora, de inundaciones; el derretimiento del permafrost; esa capa de hielo que está apenas debajo del suelo que solía ser permanente o que se derretía solo parcialmente. Con el calentamiento global, el permafrost está derritiéndose. La superficie con permafrost en el hemisferio norte es mayúscula: estamos hablando de muchos millones de km2 (en Canadá, países nórdicos, Siberia). En el hemisferio sur, en cambio, apenas se la señala presente en los bordes antárticos.
     El efecto del derretimiento del permafrost en el hemisferio sur no es significativo; en cambio el derretimiento de los hielos antárticos, incomparablemente mayores que los árticos, sí constituyen un peligro enorme para el equilibrio físico y climático del planeta.
     A lo largo de todo el año 2016 las inundaciones que han golpeado o están golpeando a buena parte de las provincias argentinas; Buenos Aires, Córdoba, Chaco, Santa Fé, Entre Ríos, Corrientes, Formosa, Santiago del Estero.
     ¿Qué enseñanza podría dejarnos las inundaciones? Con sangre, sudor y lágrimas, ciertamente. Pues que la enorme carrada de dólares ingresados con la soja transgénica y la mal llamada “agricultura inteligente”, altamente tecnificada, que fue a parar a bolsillos de productores rurales y terratenientes (y al gobierno de turno), tiene como “efecto rebote” estas peripecias (entre otras muchas, como la contaminación de los campos y consiguientemente de los alimentos; la merma y cuasidesaparición de la apicultura, la expansión de enfermedades respiratorias, alergias, malformaciones congénitas y cáncer (con lo que todo eso significa de dolor humano, presupuesto… y humillaciones).
     Es La Emilia, sus habitantes, quienes, entre otros, pagan la fiesta de los Monsanto, Grobocopatel, AAPRESID, Cámara de Sanidad y Fertilizantes, “los suplementos camperos” de La Nación y Clarín…

 


Un fotógrafo de National Geographic, Jim Richardson, retrató lo que ocurre dentro de la tierra con las raíces que siembra el hombre. Las imágenes dan cuenta de la abismal diferencia de infiltración, absorción y consumo entre una pastura perenne y un cultivo anual. En la foto, el científico Jerry Glover señala la diferencia de raíces.

 

INCENDIOS
Constituyen otra expresión del calentamiento global. En este caso, la asociació y nuestros propios cuerposn es más directa. A mayor temperatura se acrecienta el riesgo de incendio, en proporción directa. La altísima frecuencia de incendios que ha afectado ahora a La Pampa, la presencia de pastos secos y tormentas eléctricas que pueden producir rayos y relámpagos, combinándose con las escasas precipitaciones, han ido extendiendo las llamas a más y más territorios. Se estima que ya ha sido arrasada una superficie mayor a un millón de hectáreas.
     Al parecer, los incendios o mejor dicho las descargas eléctricas han llegado a electrificar alambrados, otra fuente de peligro para los bomberos, voluntarios y rescatistas.

 

Tanto las inundaciones como los incendios recortan la capacidad productiva de las zonas afectadas. El deterioro del planeta, el enrarecimiento del clima, irán ocasionando más y más víctimas, y el modelo globocolonizador, partidario de la gran escala con el pretexto de mejorar la producción y la productividad seguirá dañando el planeta, la biodiversidad.

 

Luis E. Sabini Fernández
[email protected]

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¿Provocados?
Si bien es del otro lado de la cordillera el alcalde Carlos Valenzuela de Constitución denunció que “estos incendios, bajo mi punto de vista, no tienen mucho que ver con el calor”. Y hay filmaciones que así lo demuestran.
No sabemos si acá sucede algo similar, como la quema de los pastizales que nos llenaron de humo la ciudad hace unos años que sí fue provocada para alivianar la tarea de desmalezar.

 

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