Se mata la perra y se acaba la leva

El Chile de Piñera monitorea redes sociales con geolocalización. Ante una represión a estudiantes una jerarca del Ministerio de Cultura utilizó la frase del dictador Pinochet. Fue como decir: "maten a Camila, líd
el

"Admiro la educación argentina.
Admiramos y estamos sorprendidos
de cómo se ha podido mantener
un sistema gratuito,
que permite y garantiza
el acceso a todos"

Camila Vallejo

 

Fantasmas del pasado

Pinochet se consideraba “un ángel”. En 1975 dijo “en Chile no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”. Don Augusto, decía una verdad: en Chile estaba el nodo de la red de comunicaciones del Plan Cóndor (Red CondorTel) que unía y coordinaba la práctica del terrorismo de Estado entre Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y Paraguay. Gracias a dicha red informativa, los escuadrones de la muerte asesinaron alrededor de 80.000 personas en el Cono Sur.

Hoy, a 36 años de aquella declaración, la ex Ministra Secretaria General de Gobierno Ena Von Baer, justificaba la decisión del presidente Piñera de monitorear toda mención negativa sobre el gobierno, expresada en las redes sociales digitales como blogs, Facebook y Twitter, indicando que “lo único que estamos haciendo, es saber que opina la gente”.

Lo que no dijo, es que la empresa encargada de vigilar las comunicaciones en la web (BrandMetric) posee un software que le permite conocer –en tiempo real- una valoración entre cien mil usuarios conectados. La licitación incluyó una de las últimas “joyitas” de la consultora: la geolocalización. Los informes de BrandMetric al gobierno, adjuntan con precisión la ubicación geográfica desde la cual se hizo un comentario “negativo” respecto del gobierno en Twitter, Facebook o en blogs para que el Estado luego "gestione los incidentes" contra personas reales, las que ya han sido identificadas y fichadas por este medio. Lo que se dice: un perfecto sistema de espionaje sobre la sociedad civil.

 

Panópticos o La Vida de Los Otros

No hay que ser paranoico para dudar de las intenciones del gobierno de Piñera. A las pruebas nos remitimos: el año pasado sus parlamentarios intentaron aprobar un proyecto destinado a hacer responsables a los administradores de sitios web de cualquier insulto hacia el gobierno que apareciera en sus páginas. Recordemos el rol central que tuvieron las redes digitales en el surgimiento de las masivas protestas contra el proyecto Hidroaysén. Fueron ellas las que permitieron la transformación de demandas ambientales en demandas ciudadanas y lograron una politización y organización notables. Sin ellas hubiera sido muy difícil reaccionar de forma tan rápida y eficaz.

Es en este escenario que se vuelve obvia la intención de Piñera de neutralizar los reclamos colectivos que se han articulado alrededor de las reivindicaciones del movimiento estudiantil de Chile.

Diversas Ong´s impugnaron el plan de vigilancia del gobierno, sosteniendo que no es lo mismo utilizar las redes sociales para hacer sondeos de opinión que para generar perfiles de las personas que organizan las actividades sociales o políticas. Más que un estudio de opinión, el engendro se parece a una deliberada operación estatal de espionaje masivo. La oposición parlamentaria, denunció que el software utilizado por la empresa asocia la dirección IP de un computador con coordenadas geográficas. En otras palabras, un modelo ciber represivo que reproduce -con tecnologías de última generación- el Panóptico de Bentham.

 

El eterno retorno

Tatiana Acuña no pensó en Heráclito, tampoco en Nietzsche ni en Heidegger, no. Cuando escribió en Twitterla frase maldita, pensó en Pinochet. El ex dictador, no la dijo cualquier día. La emitió el 11 de septiembre de 1973, cuando sus subalternos le preguntaron qué hacer con el Presidente Salvador Allende cuando lo tuvieran frente a frente.

El jueves 4 de agosto de 2011, en medio de la feroz represión a los estudiantes que realizaba la policía militarizada de Chile, Tatiana Acuña -Secretaria Ejecutiva del Consejo del Libro del Ministerio de Cultura- encontró en su vasto capital cultural las palabras más precisas para terminar con las protestas estudiantiles y las soltó como navajas. “se mata la perra y se acaba la leva”.

Aquellas fueron las mismas palabras pronunciadas como una orden hace 36 años por Pinochet: matar a Salvador Allende. Dichas hoy, “se mata la perra y se acaba la leva” significan lisa y llanamente eliminar a Camila Vallejo, la líder del movimiento estudiantil, la Presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh).

Por decir esta frase, fue destituida inmediatamente de su cargo. Nadie salió a defenderla ni encontró ningún exégeta que lograse cambiar el signo que esas palabras poseen. Porque el sentido fue leído con claridad por propios y extraños y la significación que guarda en su interior es insoportable aún para el modelo represivo chileno.

Porque lo escandaloso no sería la expresión desafortunada de una frase que en sí misma podría ser calificada como un patético y retrógrado dicho popular. Lo escandaloso es el contexto en que es citada, el anclaje histórico que tiene, el lugar de la enunciación y el grado de verdad que guarda en su interior: devela lo que el poder desea pero tiene vedado expresar.

Viviana Demaría y José Figueroa

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