Reportaje
a Silvana Gregori,
cantante de tangos y vecina del Abasto
Silvana Gregori: Yo
nací en Humahuaca 3365 1 “A”.
Viví ahí hasta mis quince
años. Pasé toda mi infancia
y adolescencia allí. Con todo
lo que eso significa.
¿Por
qué ese comentario último?
Porque era muy difícil, en
esa época, vivir en el Abasto,
era barrio de hombres. A una como
mujer la acosaban todo el tiempo.
Transitar por Agüero era imposible,
estaba lleno de bares repletos de
hombres y eran todos muy libidinosos....
Yo no pasaba por ahí. Daba
vuelta la manzana, me daba cosa.
¿Y
qué otras cosas negativas tenía
esta zona por aquella época?
No se podía dormir porque como
trabajaban toda la noche descargando
los cajones del Mercado del Abasto
hacían mucho ruido. Nosotros,
de todas formas, ya nos habíamos
habituado a eso.
¿Pero
vos tenés un vínculo
muy fuerte con esta zona de Buenos
Aires? De hecho, aún hoy vivís
en el barrio.
Sí, sí, no te lo voy
a negar. Mirá, yo nací
a media cuadra donde debutó
Gardel cantando. Más aún,
y tengo el orgullo de decirlo, donde
yo vivía el edificio era una
reproducción exacta de un conventillo
de esos que hay en La Boca. Habían
allí gallegos, italianos, sefaradíes....
Vivíamos una cosa comunitaria
muy fuerte. Mucha solidaridad se respiraba
en ese lugar.
Guardo muchos recuerdos
muy gratos de toda aquella época.
Me acuerdo, por ejemplo, cuando íbamos
en tranvía hasta la casa de
mi madrina con el carro del verdulero
tirado a mano. Uno de nuestros lujos
era ir a una pizzería que había
en Corrientes y Agüero, el Indio
se llamaba.... Una pizza exquisita
hacían. Era un lugar atorrante.
Ese era nuestro lujo, ir al cine a
ver una película y después
pedir una pizza en este lugar. Para
mí, ese era “el”
programa favorito de los sábados.
Los domingos, en cambio, se jugaba
a la pelota en la puerta de mi casa,
la calle estaba cortada por el Mercado
y no se podía dormir la siesta
por el ruido de los cajones. Eso sí,
los domingos por la tarde me daba
un poco de tristeza ver a mi papá
escuchando por la radio el partido
y mi vieja haciendo escones.... Por
eso, siempre asocio los domingos al
olor de los escones y a los bizcochuelos
y a la transmisión de los partidos
de fútbol por la radio.
¿Y
cómo es que te conectas con
el tango?
Bueno, yo escuche tango desde chica
siempre. No te olvides que por la
radio pasaban mucho Gardel pero yo
en esa época mucho no valoraba
eso. Recién con los años
comencé a valorarlo, cuando
empecé a cantar tangos. Recién
ahí, fue cuando me di cuenta
de lo difícil que es cantar
y más como lo hacía
el Morocho del Abasto. Aunque yo tengo
más el recuerdo de Julio Sosa
cantando Viejo Smokin y Angel Cárdenas
con Roberto Goyeneche haciendo Malón
de Ausencia o la orquesta de Troilo.
Mi vieja siempre ponía estos
discos.
¿Y
cómo es, concretamente, que
te largaste a cantar tangos?
En enero del 79 empiezo a cantar tangos
en el Tortoni para un homenaje que
se le hizo a Angelito Vargas... Yo
antes de eso cantaba folklore, melódico,
Sui Géneris, todo eso. A toda
la gente de mi generación nos
marcó mucho cantando tangos
Susana Rinaldi. También, estaba
no nos olvidemos la voz grave de Nelly
Omar quien rompió con la voz
aguda del cantar femenino pero ella
estaba, lamentablemente, silenciada
por cuestiones políticas.
Yo canto tangos
porque me engancho con Eladia Blázquez.
Ella descubre a Buenos Aires y al
porteño con un nivel poético
y musical muy alto. Yo me engancho
mucho con el repertorio de Blázquez.
Son ellas, Eladia Blázquez
y la Tana Rinaldi, las responsables
de que me dedique a cantar. Y eso
que yo al tango no me le animaba porque
no me podía “cubrir”
fácilmente, era muy tímida
y entonces usaba como estrategia “cubrirme”
con la guitarra en los shows. Pero
eso el tango no me lo permitía.
¿ Cómo
llegaste a ese homenaje para Angel
Vargas?
Una profe de la facu me presenta a
toda esta gente para cantar en el
Tortoni. Fue Roberto Selles el que
se animó para invitarme a cantar
algo del repertorio de Vargas. Yo
elegí Ninguna de Homero Manzi
porque me era fácil de cantar.
Así empiezo a cantar profesionalmente.
Después me junto con el Grupo
de Tango que era un grupo de investigación
que habían armado distintos
psicoanalistas.
¿ Cómo es eso
del Grupo de Tango?
Te cuento, había un psicoanalista
que tocaba el piano, Brayer se llamaba,
y contaba además distintas
cositas de compositores en su casa.
Un buen día, este Brayer, se
lo encuentra a Manone que era visitador
médico y así arrancaron.
Luego, se juntaron con otros músicos
invitados y de a poco empezaron a
ir a esos shows cada vez más
psicoanalistas, poetas, pintores.
Esto fue en el año 78. Los
shows se hacían en forma privada,
en casas. Pero iba tanta gente que
nos terminamos mudando a otro living
más grande, de otro psicoanalista.
Por aquella época, por razones
obvias, nos reuníamos en forma
clandestina porque estaba prohibido
por la dictadura cualquier tipo de
reunión. Llegamos a ser unas
65 personas. Yo era la más
chica, era la mascota del grupo. Era
la ilustradora musical en vivo de
todas las distintas investigaciones
que hacían los autores en el
Grupo de Tango.
¿Quiénes
participaban de esas reuniones?
Mucha gente iba. Tipos como Roberto
Cossa, Julio Tahier, el sobrino de
Luis Rubinstein pasaron como invitados
por el Grupo. Pero cuando vino la
Guerra de Malvinas ya no había
espíritu para seguir juntándose.
En octubre del 83
se inaugura el Café Homero
y en abril del 84 empezamos con el
Grupo de Tango allí. En el
85 estuvimos en Bar Latino y en el
Centro Scalabrini Ortíz, que
estaba en San Telmo. Estuvimos también
en La Casona del Conde de Palermo.
Cada mes hacíamos un trabajo
diferente. Trabajábamos mucho
para el Grupo. Cuando volvemos después
de un tiempo a La Casona del Conde
de Palermo nos empieza a ir mejor,
la gente que nos iba a ver quería
ver el show sentados como si estuvieran
en un bar tomando algo. Después
abrieron el Club del Vino y nos viene
a ver cada vez más y más
gente. Esta época fue durante
los años 95, 96. Me acuerdo
que quedaba gente afuera.
¿Qué
es lo que más agradeces del
Grupo de Tango?
A mí me sirvió mucho
Gente de Tango porque me mantuvo al
margen de tener que cantar todas las
noches. Eso significa un gran desgaste.
Y, además, de esa forma tenés
que cantar siempre lo que quiere el
público.
¿Por
qué terminan con Gente de Tango?
Porque a la gente le costaba, por
la situación del país,
pagar la entrada. Así fue como
me armé un show sola que es
lo que es, hoy en día, Arrabalera
de hoy. Espectáculo que hasta
el día de hoy sigo haciendo
en el Tortoni.
¿Estás
felíz, no, con tu profesión
de cantante de tangos o me equivoco?
No, para nada. En el 98, por ejemplo,
me fuí al Festival de Tango
de Granada y a la Cumbre del Tango
en Lisboa. Aproveché, ya que
estaba en Europa, e hice una gira
por Alemania con músicos alemanes.
Me llamó mucho la atención
que en Alemania muchos aprenden español
y lunfardo a través del tango.
¿Y
con tus clases de canto hace mucho
tiempo que estás?
Yo doy clases de canto popular. Además,
soy músico terapeuta. Estoy
con mis clases desde el 93.
¿Seguís
trabajando en Europa o ya no?
Durante el año pasado estuve
trabajando allá. Eso sí,
me amasijé un poco. Estuve
desde principios de Mayo a principios
de Julio y en todo ese tiempo pasé
por el Festival de Tango de Málaga,
en Palmas de Mallorca, en milongas
de Madrid, en Barcelona, Roma y París.
Pude armar esta segunda gira a través
de distintos contactos que hice del
viaje anterior. Me llamó mucho
el respeto que demostraban en los
conciertos que hice en Barcelona.
Marcelo Saltal
Bs. As. 18/4-2006
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