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Tuchi
Empecé a laburar entre el ´55 y el ´57 en el Mercado, yo tenía unos 7 años y ayudaba a empujar los carros a mano de vendedores ambulantes que iban para el centro; empujaba y gritaba los artículos que vendían. Después fui creciendo en todo esto que es el mercado. Después ya en el 61, 62 compraba mercadería y me iba caminando para los restaurantes y confiterías del centro y vendía limones, frutillas; y después me enamoré de la frutilla y seguí trabajando toda mi vida frutilla, siempre frutilla.
   Los primeros tiempos distribuía como podía, después, en el 66, compré un furgoncito y con eso andaba. Después en el 70 tenía un Jeep Ika y con ese repartía, después compré un Rastrojero. En el 73 compré una Dodge que chocó acá, justo acá en la esquina, del gordo Sercewich que me la vendió a mí. Le agarró bronca, qué sé yo, y me la vendió. Más cara que nueva la pagué, pero bueno fue la satisfacción de comprarla.
   Yo era un tipo muy ahorrativo y laburador. Ya tenía chicos, en el 70 nació mi hija, en el 72 mi hijo y yo tenía muchas responsa-bilidades, tenía que trabajar y trabajar, no paraba de ahorrar, trabajar. Hacía temporadas afuera, cuando las cosas andaban mal acá me iba a vender ajo afuera, en todos los pueblos de La Pampa, Entre Ríos, con un camión Chevrolet 46. Después trabajaba acá en el remate, compraba fruta en el remate al día, y vendía en los negocios de la zona; y si no paraba en la puerta del Internacional. Compraba frutilla y la vendía en la puerta ahí. Después, un muchacho amigo mío, Miguel Tomás Marra, me lleva a trabajar con él. Lo ayudaba y me dejaba vender unos bultos para mí. Después me fue poniendo puntajes de venta y después me puso en sociedad. Me dio muchas oportunidades, veía que era un pibe con muchas ganas de trabajar. Así llegamos a la época del cierre del Mercado. Traíamos frutas de Norteamérica, traje frutas de Chile, de Mendoza. Éramos muy audaces, trabajadores. Fuimos los primeros que trajimos cerezas y frutillas de EE.UU. Trajimos una cereza que era lo máximo que se vio en la historia. Y la vendíamos a u$s 160.- la caja, y se vendía.

¿Dicen que en mercado nadie robaba nada...?
Cuando empezaron a venir de Santiago, Salta, San Juan, Rosario había gente que delinquía. Eran pocos, pero había chorros. Tal vez en un momento, en los años del ´30 al ´40 no, pero después sí. En la época de Perón empezaron a venir de muchas provincias, vino de todo, ojo, también vinieron muchos trabajadores honestos. Vino gente de diez. Pero habían chorros, aunque eran los menos.

Rafael Sabini

Revista El Abasto, n° 34, mayo 2002.


 



 

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