Un
oso rojo
El Oso (Julio Chávez)
sale de la cárcel
e intenta recuperar su vida,
su mujer (Soledad Villamil)
y su hija, quien lo ve por
última vez el día
de su primer cumpleaños,
ya tiene 8 años y
apenas si le cree que es
su padre.
La trama del film gira en
torno a la reinserción
social y afectiva del Oso
que fluctúa entre
la mafia argentina - que
le promete una vez más
salir de la pobreza, con
el riesgo de volver a la
cárcel- y la resignación
de llevar una vida de miserias
y trabajos prestados, que
no le permite cubrir un
ingreso digno para mantener
a su familia.
El riesgo
de la pobreza eterna y el
riesgo de perder nuevamente
la libertad son las dos
caras de la moneda. Una
moneda que marca su presencia
en todos los personajes
del film, como un juego
que hay que vencer y traspasar
con ingenio para conseguirla.
“No
seas boludo, toda la guita
es robada”, le dice
en una oportunidad a Sergio,
actual pareja de su mujer,
jugador empedernido y también
marginado en su conducta
social. ¿Quién
le debe a quién?
La sociedad tiene una cuenta
pendiente demasiado grande
y pareciera que Sergio no
se ha dado cuenta.
El
Oso es un personaje de valores
y principios, caracterizado
un poco como el “Bruce
Willis argentino”
que todo lo puede, es un
personaje dual, que ama
a su familia, pero que no
duda en matar a sangre fría
por lograr su cometido.
Con
características del
cine negro y el melodrama,
el film se desborda en matices
que invitan a la reflexión.
La cumbia característica
de los films de Caetano,
como música popular
ligada a los sectores de
bajos recursos, se convierte
en eje que acentúa
los momentos de intimidad
y pensamiento de los personajes,
así como las secuencias
de tránsito en la
que se ponen de relieve
los distintos ambientes,
por los que transita el
personaje, el bar, la remisería,
la pensión, la casa
de su familia, la calle
y el auto.
Los
travelling en Caetano denuncian
el protagonismo de los objetos,
así como los primeros
planos de éstos construyen
metáforas, como es
el caso del juego de las
monedas que trata de realizar
Alicia y que sólo
el ingenio del Oso pudo
descifrar. El libro de cuentos,
el ensamble de voces entre
escenas, y el corazón
con el nombre de Alicia,
que acompaña al personaje
en todo su recorrido generando
climas de tensión
y suspenso, como el objeto
que deja huellas y que se
convierte en guía
de la acción.
Música,
diálogos, contexto
y mucha cámara en
la receta de un Caetano
que se supo ganar su espacio
en el “nuevo”
cine argentino.
Rueda Lorena
[email protected]
Argentina-España.
Año: 2002. Dirección:
Adrián Caetano. Intérpretes:
Julio Chávez, Soledad
Villamil, Luis Machín,
René Lavand, Enrique
Liporace, Daniel Valenzuela.
Producción: Lita
Stantic.
Revista El Abasto,
n° 82, noviembre 2006.