Veteranos
continentales
Foto: veteranoscontinentales.org
“Hoy,
tu sietes que estas mal/tu
corazón/no para de
gritar/
y
tus oídos /siguen
escuchando/disparos muy
lejanos/
que estallaron en tu mente/
Aquellas vidas/que pelearon
/
por Argentina/igual que
vos,/ igual que él/”
E.B.
Las
vallas y el cordón
policial separan mucho más
que a unos manifestantes
de la Casa Rosada, justo
en un sitio que perjura
no olvidar el pasado argentino:
la mítica Plaza de
Mayo. Es un momento donde
corre un amargo frío,
quizás semejante
al de aquellas islas que
significaron el sacrificio
de tantos jóvenes;
incluso de quienes hoy reclaman
ser reconocidos como ex
combatientes legítimos.
Sin embargo, oficinistas,
transeúntes, todos
ellos se deslizan por los
rincones de la plaza, con
agilidad y desdén;
casi llegan a rozar las
chaquetas verdes camuflado,
incluso uno puede ilusionarse
con que perciben el ritmo
de los bombos. Pero no,
el tiempo no frena en ningún
momento para ellos, ni siquiera
para reaccionar que frente
a ellos están los
héroes olvidados
de aquellos años
de plomo.
En
este marco hablamos con
Jorge Maidana,
ex integrante del regimiento
8º de tanques, quien
junto a sus compañeros
encara una lucha por el
legítimo reconocimiento.
Nos recibió en los
alrededores de la carpa
que “lleva más
de 200 días en la
plaza”. Su reclamo
es “la inclusión
a la ley vigente de
veteranos de guerra”.
”Nosotros
participamos del teatro
de operaciones del centro
Atlántico Sur,
cumplimos nuestra función
de defender el litoral marítimo
en las bases continentales”,
según la voz de Jorge.
Continua su argumento con:
”Allí hubo
inclusión de los
ingleses. Hay muertos en
el continente. Se produjeron
combates aislados, ellos
intentaron en varias ocasiones
introducirse en el continente
para realizar actos
de sabotaje. Eso
nunca se dijo pero está
asentado en lo libros de
guerra”.
Al
momento de la guerra, Maidana
estaba en el puerto Santa
Cruz ubicado en el paralelo
42 al sur del país,
es decir todo el límite
marítimo de la provincia
de Chubut, Santa Cruz y
Tierra del Fuego. Ahí
están las ciudades
de Trelew, Comodoro Rivadavia,
Puerto Deseado, Piedra Buena,
Río Gallegos, Caleta
Olivia, P Sta. Cruz, San
Julián, Río
Grande y Ushuaia. “En
esos lugares hubo distintos
alerta rojo ya que los ingleses
intentaron infiltrarse en
el continente- relata el
ex combatiente- pero no
pudieron ya que estaban
las fuerzas argentinas,
estábamos nosotros.
Por eso formamos
parte de esa gesta”.
Mas allá
de su labor desempeñada
en 1982, esta no se encuentra
contemplada en las leyes
de beneficios para ex combatientes.
Por otro lado, de a cuerdo
al Estatuto del
combatiente, “Los
miembros de las fuerzas
armadas de una parte en
conflicto son combatientes,
con excepción del
personal sanitario y religioso
y del personal militar de
la protección civil
(Reglamento de La Haya,
Art. 1 y 3; P. I, Art. 43,
67), y sólo los miembros
de las fuerzas armadas son
combatientes”.
“Fuimos
discriminados en la década
del ´90 por el gobierno
de ese entonces, argumentaron
que faltaban fondos. Creyeron
que nosotros fuimos a pasear,
ese era el texto común”.
Con respecto a los políticos
actuales: “Hemos tenido
contacto con el secretario
del ministro del Interior,
con un comité de
la ministra Garré,
también nos recibió
gente de la Casa de Gobierno.
El INADI esta presente y
toma cartas en el asunto,
afianzando nuestro reclamo.
En muchas oportunidades
muchos partidos políticos
apoyaron la causa, pero
en el fondo nadie quiere
poner la cara, nadie quiere
quemarse las manos con nosotros.
El gobierno dice que estudia
la situación pero
nos tiene colgados con el
tiempo. […] Nosotros
fuimos abandonados por el
estado”, concluye
amargamente.
El tramo final del relato
de Jorge es el mas inesperado
y triste en este asunto:
“Hay una parte aislada
de ex combatientes que ponen
trabas a este tema, ellos
dicen que nosotros somos
nada. Esto es así
ya que los gobiernos anteriores
les enseñaron esa
temática”.
Luego
de la entrevista, Maidana
junto a su compañero
Marcelino Maydana, se dirigen
hacia donde se encuentran
los demás compañeros.
Falta poco para las 19 y
el cielo ya empieza a marchitarse.
Una nueva jornada de lucha
llega a su fin, y sin embargo
ellos siguen ahí:
oficinistas trotamundos,
conductores sin rumbo, colectivos
llenos de asfixia, una ansiedad
latente ante el paso de
los minutos, quizá
no le tengan miedo al olvido,
quizá no necesiten
recordar esas islas. Pero
de este modo ¿puede
un pueblo sin memoria, ni
interés, no volver
a repetir su misma historia?
Juan
Manuel Castro
Buenos
Aires, 2 de octubre de 2008