Vivir
en el limbo
Los teólogos de la
Edad Media encontraron gran
dificultad para decidir
adónde debían
ir las almas de los nacidos
antes de la venida de Cristo.
Los patriarcas de la antigüedad,
Sócrates, incluso
Adán y Eva, ¿qué
lugar debían ocupar
en el Más Allá?
Por no estar bautizados,
la entrada al cielo les
debía ser negada,
sostuvieron varios concilios.
Finalmente la Iglesia acabó
asignándoles a los
no bautizados un lugar separado
del infierno. Allí,
como lo muestra el Dante
en la Divina Comedia, esas
ánimas aguardan el
Juicio Final en un estado
de beatitud que, sin llegar
a la suprema felicidad del
paraíso, los exime
del pecado y sus castigos.
Mucho más terrenal
es el significado que ha
tomado la frase en la conversación
cotidiana. Según
ella, "estar o vivir
en el limbo" consiste
en permanecer distraído
o atontado, no enterarse
de lo que pasa y se dice
alrededor. Como quien se
encuentra siempre en la
sala de espera de la eternidad
celestial.
Héctor Zimmerman
Tres mil historias de frases
y palabras que decimos a
cada rato,
Editorial Aguilar, Buenos
Aires, 1999.
Revista El
Abasto, n° 79,
agosto 2006.
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