Un panorama
general del mundillo de
los teatros del Abasto,
Meca de espectadores y actores.
Barrio
de teatros
Siendo el
eje de este número
el tema de teatros, creo
que no está mal hacer
un breve repaso acerca de
que está pasando,
hoy por hoy, en los teatros
de nuestro barrio.
Hay
que reconocer que tan importante
es la movida teatral porteña
que el hecho de que el Abasto
tenga tantas salas lo ha
convertido en una especie
de zona off-Broadway porteña.
Los teatreros y público
en general ante tanta sala
y espectáculo por
acá ya adoran a este
barrio. Es más, se
comenta que éste
es el barrio con mayor cantidad
de teatros que existe en
el mundo.
Las mil y una salas.
Creo que no sería
justo con este breve repaso
de nuestros teatros vecinos
si me olvidara de consignar
aquellos lugares que también
supieron albergar fantasmas
y fantasías teatrales,
tales como fueron los recientemente
desaparecidos: Falsa Escuadra
(lugar donde daba sus clases
el director teatral y cinematográfico,
Federico León); Alucía
(del dramaturgo, director
y actor Bernardo Cappa),
la sala Antonin Artaud (que
haciendo honor al nombre
apuntaba más hacia
un teatro con connotaciones
surrealistas), El Ombligo
de la Luna (aquel teatro
precioso y enorme), La Almohada
(en el momento “de
gloria” de sus espectáculos
los del mencionado León
y José María
Muscari, ente otros). O
los que hace pocos años
más también
marcaron su época
como ser El Ángel
del Abasto (comandado por
la actriz y directora Emilia
Mazer: quien esto escribe
formó parte de aquella
movida), El Dragón
de Agüero y Corrientes,
Limbo Teatros (que albergara
al under de los ´90
manejado por nuestro vecino
Octavio Caputo. Mucha experimentación
escénica solía
curtirse aquí. Babilonia
(un lugar emblématico
allá por fines de
los ´80 y gran parte
de los ´90. Aquí
se montó, entre otras
tantas obras, Paso de Dos,
de Tato Pavlosky, bajo la
dirección de Laura
Yusem. Y los memoriosos
recuerdan aquel concierto
en la puerta de esta sala
por Los Piojos, cuando apenas
comenzaban su camino hacia
la popularidad). Sería
incluso una necedad olvidar
de nombrar los históricos
cine-teatros de la avenida
Corrientes de hace muchas
décadas, el Excelsior
y el Soleil.
Algunos perfiles.
Aquellos teatros más
históricos del barrio
son, el IFT (desde 1932)
un gran teatro con una fuerte
y maravillosa historia de
origen judío tuvo
teatro yiddish y con una
tendencia política
hacia la izquierda. Pasaron
por allí Mercedes
Sosa, Pedro y Pablo, Jairo,
Federico Luppi, Oscar Viale
y muchísimos más.
Actualmente algo falta para
que esta sala conecte nuevamente
con el público, pese
a que hay muy buenos espectáculos
en cartel. Otra “histórica”
-pasó las cuatro
décadas- es La Fábula:
el responsable de este lugar
es el actor y director Rubén
Santagada; aquí trabajó
Pavlosky y se estrenó
en 1979 Gotán, un
éxito del teatro
independiente argentino.
En
Ben Ami, de la colectividad
judía, durante muchos
años se hizo teatro
solamente hablado en yiddish.
Hoy, más calmo que
en décadas anteriores,
sigue ofreciendo, de tanto
en tanto, alguna función
o temporada muy breve.
Más acá en
el tiempo, Fray Mocho. Este
lugar es un claro ejemplo
de cómo hacer un
teatro popular, con una
fuerte llegada a sus vecinos
(pese a su cambio de domicilio
hace un par de años,
desde Ecuador y Valentín
Gómez hacia Perón
casi Bulnes). Creo que en
este teatro no importa mucho
lo que se monte, el vecino
le es fiel y siempre está
allí. El responsable
de este “milagro”
es el actor y director Ernesto
Pocho Michel.
Después
de estos espacios “ancestrales”
para el arte de Talia tenemos
aquellas salas logradas
por el sudor de los que
las hicieron, como es el
caso del Teatro Huella,
producto de un sueño
de un grupo de teatro. El
actual responsable de este
lugar es el actor y director
Alejandro Leopardi. No son
divos los que allí
trabajan (y me estoy refiriendo
también a la “cúpula”
del lugar) sino todo lo
contrario, laburantes del
teatro. Quizá, lo
que sea una verdadera pena
es que no hayan decidido
emprender una política
de mayor promoción
acerca de todo lo que allí
hacen.
Otro
caso similar, al menos en
sus orígenes, es
el de Espacio Callejón.
Esta sala surge allá
por los inicios de los noventa,
producto también
del laburo de un grupo de
soñadores. Entre
ellos había varios
músicos, poetas,
actores, artistas plásticos.
Al principio, tenía
por nombre El Callejón
de los Deseos. Aquí
trabajó mucho el
desaparecido grupo de música
La Típica en Leve
Ascenso, que integraron
los actores Juan Leyrado
y Miguel Ángel Solá.
Este último fue uno
de los grandes responsables
para la concreción
de este espacio. También
aquí ensayó
el grupo de rock Bersuit
Vergarabat. Y hubo allí
grandes éxitos del
teatro independiente. Aún
hoy se recuerda, por ejemplo,
Máquina Hamlet de
Heiner Muller, montada por
El Periférico de
los Objetos. El tema fue
que con el tiempo Solá
se desvinculó de
este teatro, las cosas comenzaron
a ir económicamente
cada vez mejor hasta llegar
al punto actual donde si
algo caracteriza a esta
sala es su escasa predisposición
al diálogo con los
vecinos o con todas aquellas
propuestas teatrales que
no vengan reafirmadas por
algún nombre de peso,
a modo de garantía.
Una verdadera pena que hayan
perdido aquel espíritu
un tanto más humano
y no tan encumbrado que,
allá lejos y hace
tiempo, supieron tener.
Pero, es así, esta
sala, fue una de las primeras
en llegar a “la gloria”.
Luego, vendrían otras
como, por ejemplo,…
Las vecinas “tops”.
Obviamente, que no se puede
no mencionar a esa suerte
de “santuario”
del actual teatro independiente
de Buenos Aires, el Camarín
de las Musas. Realizan,
además, exposiciones
de fotografía y plástica
y si algo los caracteriza
es un muy buen criterio
a la hora de seleccionar
sus espectáculos
teatrales. Supieron inteligentemente
decorar el lugar y aunar
teatro y arte culinario,
con una estética
bien moderna. ¿Será
por eso que esta sala prefiere
identificarse mucho más
con la zona de Palermo que
con el barrio al que pertenece?
A decir verdad, no me sorprende.
Pero es tan grande la relevancia
que tiene esta sala dentro
del panorama de teatros
de esta ciudad que hasta
se han corrido rumores de
que en alguna ocasión
un espectáculo tuvo
que pagar para poder realizar
allí su temporada.
¿Será para
tanto, che?
Otro
top es El Portón
de Sánchez, a cargo
de Roberto Castro, muy volcado
a nuevas búsquedas
en el marco de la danza
y la danza-teatro. En lo
que hace a las obras teatrales,
en general responden a aquellas
donde sólo hay caras
y/o nombres conocidos, así
conviven desde un Mauricio
Kartun hasta un Tomás
Fonzi. Hay de todo, como
en botica. Pero eso sí,
lo que no encontrarán
serán nuevos nombres
de teatristas si no hay
algo del show business criollo
que a los mismos los ampare.
Otro
teatro que está en
este encumbrado conjunto
de elegidos es el Teatro
del Abasto, a cargo de Norma
Montenegro, que tiene un
muy buen criterio a la hora
de seleccionar los espectáculos
que allí se montan.
Y a una cuadra de distancia,
tenemos al Abasto Social
Club, una sala muy coherente
con la programación
que ofrecen. Aquí
siempre se respira renovación
y calidad en cuanto a los
espectáculos en cartel.
La estética de este
teatro, en general, es muy
moderna, muy canchera, pero
no por eso ha perdido su
anclaje en un barrio lleno
de trabajadores e inmigrantes.
Hay más.
Afortunadamente, para todos,
no se termina aquí
el panorama de las salas
teatrales en nuestro barrio.
Tenemos a La Tertulia, cuyo
responsable el actor, director
y dramaturgo Alejo Beccar,
se encarga de cuidar que
exista allí una programación
de calidad. Y el nuevo Actor´s
Studio, ahora en la calle
Díaz Vélez,
siempre bajo la tutela de
Matías Gandolfo y
Dora Baret.
Puerta
Roja, bajo la responsabilidad
del actor, director y dramaturgo
Adrián Canale; una
sala siempre atenta a nuevas
búsquedas.
El
Club del Bufón, cuyo
responsable inicial fue
el actor y director Alfredo
Zemma, un viejo luchador
inclaudicable del teatro.
Y algo de esto se respira
en esta sala: pasión,
alegría y sacrificio.
Me recuerda, y esto habla
a mi entender muy bien de
esta casa, el “olor”
a aquellos teatros del interior
del país, donde todo
se hace siempre con mucho
trabajo y un amor incondicional
a esa tarea que significa
ser teatrista en un país
del tercer mundo. También,
el bar que antecede a las
salas (una con capacidad
para más de ciento
veinte personas y la otra,
en el subsuelo, ideal para
café concert) contribuye
a generar este clima.
También
está La Colada, otro
teatro realizado por el
férreo amor de un
grupo de teatro. Esta sala
tiene una cierta magia.
Pasando por la puerta de
este lugar me topé
con la sorpresa de que la
cartelera con la que anuncian
sus espectáculos
no estaba como siempre en
la calle. Fisgoneé
desde afuera y descubrí
que el barcito que poseen
estaba casi desmantelados.
Ojalá que se trate
de reparaciones y que no
pase a formar parte de las
salas que cerraron sus puertas.
¡Por favor!
Sala
Ana Itelman está
dentro de la Asociación
Arte y Cultura la que su
vez contiene también
al Ballet del Mercosur de
Maximiliano Guerra. Tal
vez ésa sea la razón
por la que se orienta hacia
la danza.
Y
entre los espacios mas recientes
tenemos a Beckett Teatro,
del actor y director Miguel
Guerberoff. Una bella sala,
que cuenta con espectáculos
que valen la pena. También
está El Cubo, que
desde su inauguración
no ha tenido mucha suerte
en cuanto a como han repercutido
sus espectáculos
y eso que han ofrecido,
algunos eventos de muy buena
calidad. Quizá, esto
se deba a que no han tenido
una política muy
clara acerca de qué
pretendían hacer
en la sala. Pareciera ser
que pretenden revertir eso,
incursionando más
fuerte en obras teatrales.
Ojalá sea así.
Y,
por último, tenemos
a la Ciudad Cultural Konex,
lugar tan especial, por
las condiciones mismas que
ofrece su construcción
edilicia que le confiere
al espacio un aura un tanto
especial. Este gigante ha
ofrecido una gama de espectáculos,
de buena calidad y con una
impronta estética
siempre de renovación.
Epílogo.
En definitiva, amigo lector,
si quiere ver algo de teatro,
no tiene más que
pegarse una vuelta por el
rioba, ya que aquí
encontrará más
de una propuesta para elegir.
¿Lo sabía,
no?
Marcelo Saltal
Revista El
Abasto, n° 79,
agosto 2006.
volver
al sumario 78