¿Cobarde
yo? ¡Sí!
Un producto
farmacéutico promete,
a primera vista, potenciar
las tradicionales inhalaciones
con vapor –a pacientes
con problemas de bonquitis–
pero al leer de cerca las
posibles acciones colaterales
cualquier persona cauta
lo descarta.
Por
problemas de bonquitis suelo
hacer inhalaciones con el
vapor del agua en ebullición,
práctica realizada
por mis progenitores y que
“heredé”.
Me pareció que podía
mejorar esta costumbre si
agregaba un producto farmacéutico
a la misma, incorporando
un adelanto actual de la
ciencia, a una receta antigua.
Compré el producto
(inhalante en gotas) pero
me bastó leer el
prospecto para saber que
fue un gasto inútil.
Debo reconocer que no tengo
ni el coraje, ni la osadía,
ni las agallas, para utilizarlo.
Prefiero continuar con mi
problema bronquial antes
que arriesgarme a las catastróficas
posibilidades de las acciones
colaterales.
El prospecto
debajo de las “Acciones
colaterales y secundarias”:
“Náuseas, vómitos,
convulsiones, vértigos,
depresión del SNC,
delirio, confusión,
coma, anuria, cefaléas,
sensación de ardor
en a zona de aplicación,
sensación de sofocación,
broncoespasmo, broncorrea,
apnea, dermatitis de contacto,
ataxia, nistagmus, diplopia,
hepatotoxicidad e hipoglucemia.”
Además
está contraindicado
para: “menores de
6 años; tos convulsa;
embarazo y lactancia; enfermedades
pulmonares crónicas;
asma; enfisema; bronquitis
obstructiva recidivante,
bronquiedasias; no usar
en piel dañada; no
colocar en el rostro ni
en las fosas nasales (se
han observado casos de colapsos
instantáneos por
aplicación de alcanfor
en fosas nasales); no colocar
en cuello”.
P.C.
Buenos Aires, 6 de agosto
de 2007