Los ´80,
la década que logró
hacer del tango un movimiento
“no under”
Mientras
en los locales de moda se
escuchaba The Cure, Sumo,
Madonna y Michael Jackson,
en el submundo del tango
se gestaba todo un movimiento
que finalmente logró
ver la luz y el éxito
en el siglo XXI.
Después
de caer en el olvido frente
al surgimiento del rock
and roll, el tango logró
resurgir generando todo
lo que actualmente se conoce.
En los ´80 aparecen
las primeras compañías
de danza, y con ellas se
estrena el espectáculo
Tango Argentino en Broadway.
Las orquestas típicas
ya empezaban a desaparecer,
pero sus mejores composiciones
sonaban nuevamente al ritmo
del éxito.
En
Buenos Aires, la juventud
redescubre el tango como
danza. Cuando vamos a aprender
tango, nos dicen que hay
8 pasos que conforman el
“básico”
y que a partir de ahí
van saliendo las diversas
figuras. Estos famosos ocho
pasos se establecieron en
los ´80. Fue en esa
época cuando el actual
sistema de enseñanza
se desarrolla.
Así como el tango
volvía a la vida,
muchos de los grandes personajes
nos abandonaron en esa década.
Ni bien se inician los ´80,
fallece la creadora del
vals “Desde el Alma”,
Rosita Melo. Unos años
después, se despedían
Fresedo y Rosita Quiroga,
ella luego de su retorno
a las grabaciones de discos.
En
1986, luego de padecer problemas
cardíacos y varias
internaciones, deja de entonar
sus tangos, Edmundo Rivero.
Boedo entra en luto al perder
a uno de sus emblemas. Un
año después,
Homero “Mimo”
Expósito, inolvidable
poeta del tango nos deja
con sus grabaciones y recuerdos.
Entre sus tangos más
famosos se encuentran “Naranjo
en flor”, “Flor
de lino” y “Al
compás del corazón”.
Llegando
al final de la década,
en 1989, “la voz de
oro del tango”, Alberto
Marino, se despide de sus
compases.
El último
en fallecer en esta década
es quien originalmente entonara
la Marcha Peronista, Hugo
del Carril, quien siempre
será recordado como
un caballero con las mujeres,
un amigo entrañable,
e indiscutido ídolo
popular.
Hoy
debemos mirar para atrás,
y agradecer a aquellos jóvenes
que creyeron en el tango,
y que no dejaron morir a
las milongas tradicionales,
ni apagaron sus reproductores
de música y se empeñaron
en difundir los ocho pasos,
ya que así podemos
tener un movimiento amplio
y abierto, fuera de las
sombras de lo under.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto, n°
91, septiembre, 2007.