Piquete
negro, piquete blanco
Anoche, luego del discurso
presidencial, volvieron
a repiquetear las cacerolas;
pudimos ver como vecinos
del Once y Almagro, de Caballito
y Belgrano fueron a la Plaza
de Mayo y al Obelisco, juntándose
con habitantes de esos barrios
céntricos para manifestar
su bronca y hartazgo. ¿Pero
fueron las mismas cacerolas
las que expulsaron a De
La Rua? Sin ser experto
en la materia estoy convencido
de que la discusión
de fondo casi no se toca
y que muchos vecinos de
algunos barrios porteños
salieron para solidarizarse
con sus pares, empresarios
o emprendedores, aunque
en este caso del campo.
También salieron
quienes temen la falta de
alimento en las góndolas
de los supermercados.
El problema
de fondo: el modelo económico
¿Qué
fue lo que molestó
del discurso de la presidenta
de la Nación, Cristina
Fernández? No es
verdad acaso que “en
el 2001, 2002 y 2003 vimos
los piquetes de los que
pedían trabajo, hoy
tenemos los piquetes de
la abundancia”. O
molestó que dijera:
“No me voy a dejar
extorsionar” y que
luego advirtiera que utilizará
“todos los instrumentos
que la ley, la Constitución
y el voto popular me han
concedido” para defender
el abastecimiento de productos
de primera necesidad a todos
los argentinos “a
precios argentinos”.
Más
allá del modo de
expresarse de la presidenta,
de la bronca popular por
la manipulación de
datos del INDEC, de notar
con cierto asco alianzas
con expiqueteros como D´Elia
o con gremialistas como
Moyano (sabiendo que ellos
se acomodaron, pero que
el pueblo sigue pagando
los platos rotos), hay algo
que es la base del
conflicto. Y es
el actual cambio
de divisas donde el dólar
equivale hace mucho tiempo
a unos tres pesos. Esa nueva
estabilidad ha
logrado que un sector de
la población exporte
en dólares, pero
viva en pesos. Y es ahí
donde aprieta el zapato.
Los que se vienen beneficiando
con este cambio, los productores
del campo, quieren seguir
ganando mucho dinero y lo
ven como fruto de su esfuerzo.
Encima se complica porque
hay grandes latifundios
con empleados por un lado,
y pequeños y medianos
por otro, y hoy están
todos pagando el mismo porcentaje,
lo cual no es lógico.
Desde
la presidencia ven esta
bonaza en el campo como
una ventaja que les brinda
el cambio actual. En ese
sentido el expresidente,
Eduardo Duhalde, lo sintetiza
diciendo que en el actual
modelo económico
"tiene que haber retenciones",
porque los productores "no
tienen ganancias por su
trabajo, sino sólo
por el tipo de cambio”
(Infobae).
Por
otro lado, más allá
de a los sojeros y otros
agroexportadores y las arcas
del Estado Nacional, ¿a
quién más
les conviene este cambio?
¿Al vecino
del Abasto, Once o Mataderos?
Si las arcas del estado
dejan de comprar dólares,
si el gobierno dejara fluir
¿cómo estaría
el cambio? (más allá
del tema de si nos sirve
guiarnos y almacenar una
divisa que está viviendo
una gran debacle).
“Estás
nominada”
Una vez
tocado (el problema de)
fondo, buceemos por las
miradas que desembocaron
en la marcha de anoche.
¿El encuentro entre
los “caceroleros”
de anoche con la contramarcha
de D´Elía es
realmente una lucha entre
gorilas y peronistas? Es
verdad que unos reclaman
menor intervención
y otros defienden la intervención
con las retenciones pedidas
por el gobierno. Según
la presidenta las medidas
apuntan a que las retenciones
son “profundas medidas
redistributivas del ingreso”.
Pero
¿qué
pasaría si se bajan
las retenciones? Según
el ministro de Economía,
Martín Lousteau,
en declaraciones a Radio
América “la
carne, si no hubiera retenciones
y compensaciones, valdría
20 pesos el kilo de asado,
lo mismo valdría
el pollo. El pan valdría
2 pesos más de lo
que vale, la leche valdría
$3,50. Los aceites valdrían
tres veces más".
Lo que no dijo este ministro
es cuánto valdría
nuestro peso en caso de
dejarlo libre. Porque la
economía interesa
en números comparativos,
no absolutos. A ver si nos
entendemos. Si dejan el
peso fluctuante ¿se
nos va todo al carajo o
la moneda se fortalece?
Eso es lo que interesa.
Porque bien puede salir
20 mangos un kilo de carne,
pero que esos 20 podrían
ser más fáciles
de ganar que los 15 que
necesitamos hoy para lo
mismo…
Por
otro lado este ministro
aseguró esta mañana
que "no hay absolutamente
ningún elemento"
que indique la necesidad
de modificar la política
de retenciones, y ratificó
el llamado "a la cordura"
de los productores. No al
diálogo, llama a
la cordura... Y remata en
una nota en Télam:
"Cada vez que sube
un punto la canasta básica
alimentaria tenemos 150.000
pobres más".
Claro, asusta.
Para
el funcionario, el cacerolazo
de anoche fue "montado
por dirigentes que no están
ideológicamente de
acuerdo con el gobierno".
Alberto Fernández
dijo algo parecido en Radio
Global: "Lamento el
aprovechamiento que hacen
algunos, que son opositores
del Gobierno, para alentar
los ánimos y convertir
un reclamo sectorial, como
es el del campo, en una
oportunidad para expresarse
políticamente en
contra". Sin embargo,
como vecino y periodista
en esta ciudad puedo garantizar
que la gente en general
salió conmovida por
el discurso y el llamado
fueron las ollas, no una
conspiración secreta,
al menos no tan masiva.
También debemos reconocer
que la ciudadanía
puede tener más agilidad
y reacción gracias
a muchos años de
democracia y la vacuna del
2001/2.
Del
mismo bando, pero por otra
parte, D´Elía,
entre piña y piña,
comentó a Radio Mitre
que "estamos en estado
de alerta y movilización
y vamos a defender al gobierno
nacional y popular en todos
los lugares de la Argentina,
en la calle, contra las
patronales y el lock out
y contra el conchetaje".
Conclusiones
finales
El título
de esta nota apunta a mostrar
que hay dos posturas contrapuestas
que culminaron anoche en
una marcha de piqueteros
que defienden el actual
modelo contra los que repudiaba
al gobierno y se solidarizan
con los agricultores (que
vienen piqueteando las rutas
hace un par de semanas).
Ahora, ya que estamos en
la dicotomía negro
vs blanco, como en el ajedrez...
¿cuánto más
durará la pieza que
tenemos de ministro en Economía?
R.S.
Buenos Aires, 26 de marzo
de 2008