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Celulosas y destino de país


Reeditando la ronda de cinco siglos

La cuestión de las plantas de celulosa está empezando a ocupar el papel que habría merecido ocupar hace un par de décadas, cuando algunos inversores empezaran a seducir a ahorristas locales, a propietarios de tierras, a funcionarios de las áreas respectivas con planes de lo que entonces se llamaba "forestación". 1
Es fácil decirlo ahora, aunque muchos escamoteen la cuestión: semejantes inversiones estaban destinadas a primarizar todavía más en este caso al Uruguay, abrocharlo en una relación centro-periferia que conocemos en Occidente al menos desde hace 500 años.

El núcleo industrial metropolitano se nutre de los recursos naturales de las colonias que con ciertas finezas jurídicas y semánticas no llamamos más colonias. Pero esa relación pervive y un magnífico ejemplo son los monocultivos arbóreos (y los monocultivos en general, pensemos en la soja), aunque se haya modernizado el fraseo, tratándonos todos, institucionalmente, como si fuéramos iguales.

Asamblea Civico-Ambiental de Gualeguaychú
La "movida" de Gualeguaychú ha sido el agente generador de la mediatización (hasta hace poco habríamos pensado en socialización) de la cuestión, y aunque más no fuera por ello tiene una relevancia política y social insoslayable.
La sociedad argentina, por otra parte, con justicia y afortunadamente sensibilizada desde el colapso del menemato y sobre todo a partir de diciembre de 2001, tiene un potencial de movilización y cuestionamento que bien podría constituir un freno a los dislates del poder absoluto.
Uno tiene en la retina la formidable movilización de la población de Esquel y vivencia cierto paralelismo.
La otra movida "histórica" de la Argentina contemporánea, por la tragedia múltiple de Cromañón [sic], nos otorga asimismo otros ángulos: los deudos de Cromañón constituyen un corte de buena parte de la sociedad argentina, con sus convicciones o falta de, con su sensibilidad y su fanatismo. Cuando resumen su lucha en la consigna: "No los mató la bengala, no los mató el rock'roll, los mató la corrupción" se ve el grado de recorte de la realidad y por lo tanto de narcisismo que aqueja en este caso no ya a las fuerzas oficialistas sino a sus detractores.
Análogamente, se podría decir que cuando los movilizados de Gualeguaychú resumen su demanda: "No a las papeleras, sí a la vida" han dejado a la sociedad sin papel, y de lo que se trata es que la producción de papel no contamine y no que se deje de producir papel.
La gente de Gualeguaychú, al estilo de algunos padres de Cromañón con la corrupción, parecen haber descubierto la contaminación ahora. Por eso el planteo exacerbado.
Varios argentinos se han preguntado con vergüenza: "¿es que acaso Argentina no tiene papeleras? Empezar a descubrirlas cuando las construye el vecino no parece del todo correcto. El ex defensor ambiental del pueblo de la capital federal, Antonio E. Brailovsky, lo dice claramente:
"En nuestro país existen unas diez plantas de producción de celulosa que vierten sus efluentes al río Paraná provenientes de una producción de no menos de 850.000 toneladas anuales de pulpa de celulosa." 2
Y refiriéndose a los pasos del gobierno argentino para hacer la denuncia internacional, aclara:
"No parece fácil convencer a un tribunal internacional de pedirle a las empresas uruguayas lo mismo que no se les está exigiendo del lado argentino."
Por otra parte, Busti o sus secuaces han insistido con que la provincia de Entre Ríos no tiene papeleras ni pulperas. Pero en no menor proporción que en Uruguay, la provincia ha sido cubierta de monocultivos arbóreos. Por lo tanto, todas las consignas basadas en "Entre Ríos territorio libre de procesadoras de celulosa" es un bluff demagógico, puesto que semejante cantidad de árboles en monocultivos no puede tener otro destino que el celulósico. Porque lo del destino celulósico no alcanza sólo al Uruguay..., miremos a la misma provincia de Buenos Aires, por no decir Santa Fe, Corrinentes o Misiones.

Las dos caras del Frente Amplio uruguayo
El FA tiene dos secuencias, dos momentos: antes de ganar las elecciones presidenciales, boicoteando, por ejemplo la inauguración de ENCE en 2003; luego de asumir la presidencia, total coincidencia con lo actuado por los gobiernos anteriores, blancos y colorados.
Con las críticas de tantos frenteamplistas al uso de los arrabales planetarios por el gran capital metropolitano, lógico habría sido enfrentar la política de los hechos consumados con que los gobiernos anteriores del Uruguay, como el último de Jorge Batlle, ignoraron su propia prédica de "Uruguay natural" y dejaron desplegar los monocultivos.
Podrían al menos haber recurrido a la "línea alfonsiniana" de "tragarse el sapo", porque dar marcha atrás tales proyectos podía resultar muy gravoso para la debilísima economía nacional. Con ello, habrían surgido opciones: desandar lo más posible, enfrentar los "compromisos" contraídos reclamando mejoras procedimentales, un cierto recaudo por el ambiente, exigir exámenes de impacto ambiental que debilitaran la posición de los empresarios celulósicos, buscar siquiera mejorar los emplazamientos.
Pero el gobierno de Tabaré Vázquez declara estar muy satisfecho. Con todo lo urdido por Jorge Batlle y Luis Lacalle en su momento.

¿Uruguay vs. Argentina?
Hay quienes han procurado llevar el dilema al terreno de la lucha entre nacionalidades o estados. Lo cual es una falacia, se la plantee de un lado o del otro del río: ni todos los argentinos, ni siquiera los entrerrianos, se han vuelto ecologistas, ni todos los orientales están emperrados en la construcción de empresas presuntamente modernizadoras.

Pero el combate de fondo es consigo mismo
La cuestión a mi modo de ver central es cómo los planes neoliberales de los gobiernos "burgueses" del Uruguay coinciden punto por punto con los de un gobierno que se construyó en puja frontal con el mal llamado neoliberalismo.
Las pulperas pudieron unir posiciones aparentemente tan discordes. ¿Por qué? Porque hay un hilo conductor que, más allá del choque de posiciones, une a la derecha capitalista y al socialismo: la sacralizada idea de progreso.
La llegada de tecnología de punta nos va a modernizar, la llegada de capital extranjero nos va a tonificar...
Quinientos años no parecen suficientes para algunos progresistas. Aunque el saqueo haya recrudecido en las últimas décadas, precisamente porque el ritmo del desgaste de los materiales del planeta se ha ido precipitando gracias a la economía de derroche del american way of life.
Ahora vienen por el agua; ¿qué es la pulpa de celulosa sino materia prima procesada con ingentes toneladas de agua? (del mismo modo que con la soja, que es también exportación de agua y humedad con forma de semilla).
¿Por qué avanza esta modalidad, que no por nada se llama modernización? Para el capital(ismo) la ecología es un engorro, o a lo sumo una etiqueta que permita vender más o mejor.
¿Y la "izquierda" mayoritaria, si tiene que elegir entre el progreso y el ambiente, va a elegir el progreso, como hizo el actual ministro uruguayo de "ambiente", Mariano Arana, cuando era intendente, con la basura, embelleciendo la ciudad, castigando a los hurgadores, y alejándonos de toda solución real (y material) al problema de qué hacer con la caca nuestra de cada día...
Uruguay, pero no sólo el Uruguay, tiene como opción seguir en la dependencia neocolonial o procurar acentuar el crecimiento endógeno. Pero hacer esto último significa ir frenando las siempre renovadas acometidas por los recursos naturales.
No es fácil. Carece del glamour de los miles de millones de dólares que por lo menos nos pasan por las narices. Pero ningún inversor viene a dejarnos nada sino a llevarse todo lo que puede. Los millones en danza no son para nuestro baile, sino el anzuelo, para seguir pescándonos.
¿Pero quién dijo que emanciparse sea tarea para bobetas? 3

Luis E. Sabini Fernández
[email protected]

1 Al menos al Plata no había llegado la terminología precisa para distinguir un bosque de un monocultivo arbóreo; el primero tiene biodiversidad vegetal y animal, el segundo no tiene más que árboles de una especie plantados en hilera que, al contrario, tienden a empobrecer los recursos naturales.
2 "Es sólo un problema ambiental", comunicación-e 27/1/2006.
3 Calificativo usado por Electerio Fernández Huidobro, senador uruguayo, para referirse a ecologistas.

Revista El Abasto, n° 74, marzo 2006.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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