Abasto
Bronx, aunque con bronce
y espejos
Un barrio
arrabalero, que supo ser
de trabajo, y luego quedó
relegado. Convivieron bohemios
con chorros durante décadas.
Desde principios del siglo
XXI se intentó dar
nuevos vientos. Mucho mejoró,
pero mucho sigue igual.
Y el costo es alto. Breve
reflexión sobre la
aplanadora del progreso.
Hace poco más de
una semana un peruano mató
a otro de un tiro cuando
discutieron en un restaurante
de la zona. Buscaron pistas
con otros asesinatos similares
de hace unos meses por el
barrio y
sus alrededores que tenían
relación con el narcotráfico
y no las encontraron. Parece
que fue una simple discusión
que se fue de las manos.
A los días encuentran
en otro barrio porteño
a un chino muerto
en una valija. Pronto la
policía detiene a
una pareja de la misma nacionalidad
en pleno barrio del Abasto
acusados de haberlo matado.
Roban a una comerciante
anciana que acababa de poner
su negocio por Anchorena,
a media cuadra del shopping,
y del golpe que recibió
en la cabeza tuvo un
hundimiento de cráneo
y no puede seguir trabajando.
En
esos días, unas cuadras
más arriba, por Guardia
Vieja, cae un balcón
y golpea a una niña.
Los que vivimos por la zona
sabemos que hay que sumarle
otras acciones e inseguridades
cotidianas: vidrios rotos
de los autos por los rateros
de estéreos, corridas
de pungas,
grescas
y gritos,
ruidos molestos,
casas tomadas en muchos
casos por chorros que impunemente
hacen de la suya. Niños
y adultos en situación
de calle.
De
barrio a centro.
Los cambios edilicios que
modifican la estructura
de tal modo que cada vez
nos conocemos menos entre
los vecinos. La zona se
cotiza inmobiliariamente
de tal modo que mientras
se instalan nuevos
y atractivos comercios
muchos buenos vecinos
que alquilan deben abandonar
la zona. Porque
los alquileres se han cuadriplicado
desde el 2001. El estado
mira pero no hace nada.
En la Capital, como en el
resto del país, el
capital manda. En un mundo
objetivizado el sujeto no
tiene lugar.
R.S.
Buenos Aires,
27 de diciembre de 2007