Un consolador
de primer mundo
Todo
lo que dicen o hacen, genera
tal batahola que se emplean
toneladas de papel prensa
para su difusión.
Sus adicciones y traumas
físicos o psíquicos,
amores, amoríos,
separaciones, ostentaciones,
provocaciones, grandezas
y miserias, todo se transmite
vociferando a los cuatro
vientos por los medios,
para ser consumido por la
enorme audiencia con un
interés desmedido
y desaforado.
David
Beckham está en el
sacrosanto panteón
de los semidioses en el
Olimpo futbolero; en este
siglo (más “Cambalache”
que nunca) y como tal puede
darse ciertos gustos impensables
entre los simples mortales.
Le regaló a su adorada
esposa un vibrador sexual,
pero no es un consolador
cualquiera de esos que se
venden en los sex-shops.
Este objeto erótico
es de platino y diamantes
y tiene un valor estimado
de dos millones de dólares.
“El que tiene plata
hace lo que quiere”
decía mi abuelo que
hoy moriría de un
infarto leyendo esta obscena
y estrafalaria noticia.
Los diarios le dedican a
temas como: ciencia, investigación
y arte una ínfima
parte de lo otorgado al
fútbol.
¿Y
si revierten esta costumbre
y le dan a este pasatiempo
el lugar que realmente le
corresponde como juego y
a los temas de conocimientos,
educación y formación
los publican en secciones
destacadas lo mismo que
los nombres y las obras
de los hacedores de cultura?
¿Qué pasaría?
P.C.
Revista El Abasto, n°
87, mayo, 2007.