El curro
de los cuidacoches
En las vacaciones
de invierno alzaron sus
ventas. Entre comercios,
restaurantes, cines y teatros
se sumaron muchos para hacerse
unos pesos de modo fácil.
Desde la venta callejera
de baratijas para pibes
a precios exorbitantes hasta
los cuidacoches, que hicieron
muy rentable su actividad
ilegal ante la invasión
de niños y adultos
a los variados sitios de
esparcimiento.
Varias
fueron las zonas más
rentables para los cuidacoches
-en torno al zoológico
y la Rural, en Palermo;
los cines de Recoleta; la
avenida Corrientes, en la
zona céntrica, o
la zona cercana al Luna
Park- que llegaron a cobraron
hasta diez pesos para permitir
estacionar un vehículo,
en lugares que deberían
ser gratuitos. Y, desde
luego, que sin contar con
la autorización del
gobierno porteño
de donde hay una prohibición
dispuesta en el artículo
79 del Código Contravencional
de la ciudad.
Este
corresponsal visitó
con sus hijas el zoológico
hace ya unos meses donde
cuidacoche se me acercó
aclarando, para que no haya
duda, “son diez pesos
y puede quedarse hasta las
19”. Primero que nuestra
intención era pasar
un par de horas, no todo
el día, y en ese
caso nos cobraba lo mismo
que un estacionamiento tradicional
donde su propietario se
ve obligado a poseer instalaciones,
pagar los impuestos y todo
lo que implica una empresa
de ese tipo: seguros, cargas
sociales, etc. Y acá,
un tipo se adueña
de la calle y exige pago.
Le contesto: “mirá
te doy unos pesos cuando
vuelva”. Y me contesta
“el pago es por adelantado”.
Saco cinco pesos y se los
doy. Los toma y me mira
con mala cara mientras me
dice “le dije diez”.
“Bueno, pienso que
con cinco debería
alcanzar. Pronto le desocupo
el lugar”.
La
consecuencia fue inesperada.
Al arrancar siento un extraño
ruido. Era el caño
de escape caído.
Busqué al cuidacoche
que según alguno
de sus amigotes ya se había
ido. Luego, soldarlo me
cobraron veinte mangos y
perdí tiempo.
La
policía dice que
el único modo de
frenar esta modalidad de
mangazo forzado es pescarlos
in fraganti dañando
un vehículo o en
el momento que piden el
dinero.
R.S.
Imagen:
Clarín
Buenos Aires, 6 de agosto
de 2007