Revista
independiente
Pensarla. Hacer reportajes,
fotos, desgrabar, retocarlos,
adaptarlos, combinar con
las colaboraciones, los
anunciantes, ir, venir,
llamar, que entra -que no
entra- mantener un cierto
lineamiento temático,
diagramarlo, ingresar los
anuncios que ya diseñamos,
o que faltan diseñar.
Pasa una semana, o más
días, sacar pruebas
de página, reverlas,
se corrigen, errores, vamos
a una segunda prueba de
página, después
sacar vegetales, llevar
a hacer películas,
y que los proveedores, que
faltan unos mangos, luego
todo a prensa. Que cheques
rebotados. Compaginar, y
entre varios porque es mucho.
Y distribuir; los lugares
básicos todos en
un día a lo sumo
dos: que la revista se vea.
Ya pasó otra semana.
Que un turro no se hace
cargo de sus cheques rebotados
viejos. Que la revista vuela
porque es gratuita ¿y
buena? Más ejemplares,
y salir por la distribución
fina, individualizada, a
suscriptores, comercios,
hoteles; y la cobranza.
Que algunos son duros para
pagar (por suerte la mayoría
de diez). Pasan otras dos
semanas. Y los nuevos anunciantes
y de nuevo que cierra, las
notas, las colaboraciones
que todo va de nuevo a prensa,
que nos atrasamos. Que las
cuentas. Que trabajar un
sábado, un domingo,
en cualquier momento...
Así
más o menos es sacar
una revista de modo independiente
en un país dependiente;
mucho esfuerzo, mucha dedicación,
pero también mucha
satisfacción al ver
que el último número
es el mejor. Seguimos luchando
para que siempre lo sea.
Rafael Sabini
Revista El Abasto,
n° 34, mayo 2002.