¡Liberen
al rock!
Dos años de la tragedia
en la disco República
de Cromañón.
Dos años útiles
a los cambios de política.
Antes de la tragedia la creación
en Argentina era un caldo
de cultivo donde las expresiones
artísticas de toda
índole se creaban y
recreaban en espacios muchas
veces raros, extraños,
locos, fantásticos
e increíbles. Así
había una ebullición
del arte en todas sus expresiones
que dejaban tildados a más
de un visitante. Buenos Aires
presentaba así una
propuesta muy interesante.
La terrible tragedia no solamente
aniquiló a casi doscientas
personas, también marcó
a más familias de un
modo terrible. Que falte un
ser querido no es cosa fácil.
Y alguien debía pagar.
El extremismo que mamamos
día a día por
muchos medios o por nuestra
historia autoritaria salió
a la luz en muchos de esos
padres. Le tocó a Chaban
por haber regenteado el lugar.
Lástima que él
siempre había sido
un tipo que trabajó
para el desarrollo de la cultura
under. Del rock under. Y además
fue uno de los que solicitó
que cortaran con las bengalas
por el peligro que eso implicaba.
También se culpó
a la banda que se hacía
cargo de la seguridad. En
ese caso, inconscientes víctimas
y victimarios por haber perdido
también ellos seres
queridos. Luego el jefe de
Gobierno. Inaudito y único,
pero tal vez fue una reacción
a la falta de reacción
esperada. Como fuere, todo
esto resultó sumamente
útil para cierto sector
al momento de retomar las
rutinas. Prohibición
allá, clausura acá.
Y no porque moleste a los
vecinos. La excusa es el riesgo.
De pronto nos vimos inmersos
en un mundo donde todo era
muy peligroso y volátil.
Si no hay guita para una importante
inversión no vale la
libertad de expresión.
Pero el arte es libre, el
rock es libre. Y rebelde.
Que así siga.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto,
n° 83, diciembre 2006.
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