¿Pauta
publicitaria oficial para
quién?
La libertad
de expresión y de
impresión -en un
país donde son pocos
grupos económicos
los que manejan casi toda
la información- debe
ser acompañada activamente
por el estado si realmente
se busca consolidar un régimen
democrático con pluralidad
de voces. Por esta razón
-y más cuando la
clase media viene tan vapuleada
y en consecuencia el comercio
barrial decaído-
es importante que el gobierno
ponga publicidad en medios
de menor tirada.
Uno
tendería a pensar
que esto será difícil
en un momento donde los
ciudadanos de la ciudad
eligieron una (supuesta)
alternativa en la derecha;
encabezada por el empresario
Mauricio Macri. Sería
consecuente -y de suponer-
que el gobierno le diera
menos apoyo a los medios
de menor circulación
siguiendo el juego del neoliberalismo
y su concentración
de poder. De hecho Macri
ya prometió cizaña
al menos a un medio experimental
del mismo gobierno. Sin
embargo -y esto es lo paradójico-
el Pro está involucrado
en varios proyectos de leyes
que contemplan a los medios
de menor circulación
con respecto a la pauta
oficial. Incluso, uno de
sus legisladores, Rodrigo
Herrera Bravo, está
trabajando en un proyecto
de ley para remplazar a
la actual ordenanza que
rige los medios zonales
respecto de la pauta oficial.
En esa tarea ha llegado
a convocar a editores del
sector desde donde ya se
han presentado al menos
dos proyectos de ley. Me
gustaría pensar que
el Pro seguirá con
estos democráticos
planes y no actuará
como dictan las leyes del
neoliberalismo. Ojalá.
Claro
que, en el ínterin,
los recortes del gobierno,
tal vez por el exceso en
los gastos de la actual
gestión, se sienten:
los pagos vienen cada vez
más atrasados, el
aviso oficial es difícil
de tener en cuenta en el
pedaleo financiero de cada
edición. Y como si
esto fuera poco el mes pasado
tuvimos que presentarnos
urgentemente a un segundo
registro para poder seguir
siendo “proveedores
del gobierno de la Ciudad”.
Eso implicó dinero
y tiempo. Si a eso le sumamos
el continuo y creciente
manoseo por parte del mecanismo
burocrático, que
parece que nunca encuentra
un método, sino que
está en continuo
cambio uno, -paranoicamente-
podría llegar a pensar
que desde ahí no
quieren anunciar más
en medios vecinales. Pero
vivir en una sociedad con
dos multimedios y sin alternativas
dista de ser placentero.
Así que desde el
sector, pase lo que pase,
¡resistiremos!
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto,
n° 89, julio, 2007.