La cooperativa
El Ceibo recupera basura,
la clasifican y la venden,
dándole puestos de
trabajo a unos cuantos jóvenes.
También trabajan
creando objetos de lo que
recuperan y en un intento
de cerrar el círculo
son activos con proyectos
de viviendas sociales.
Recuperándonos
La cooperativa El Ceibo
situado en el vecino barrio
porteño de Palermo
un jueves poco antes del
mediodía con la idea
de interiorizarnos más
en ese emprendimiento comunitario.
También estaba decidido
a acompañar en algún
circuito a los recolectores
de residuos. Verónica
y Jonathan fue la pareja
que salía en ese
momento así que salimos
a dar una vuelta siguiendo
un listado. A cinco metros
del local, doblando la esquina,
el carro pierde una rueda.
Así que volvimos
y tomamos otro de no sé
quien. Las condiciones de
ese carro tampoco era de
las mejores, una rueda estaba
pinchada y las dos ruedas
chicas tenían el
agujero donde pasa el eje
muy agrandado así
que esas rueditas tendían
a reclinarse. Quien más
sufría el estado
del carro fue Jonathan de
dieciocho años que
como decíamos bromeando
le servía de ejercicio
dado que a él le
gusta mucho jugar al fútbol.
Me comentó que está
terminando la primaria,
que vive en Retiro, en la
Villa 21 y que llegó
a la cooperativa El Ceibo
gracias a un psicólogo
que en su momento le asignaron
porque venía haciendo
varias cosas ilegales, como
robar, y ya lo habían
detenido alguna vez. Hace
dos meses que trabaja en
la cooperativa y según
sus propias palabras “está
bien, es tranqui”.
Está pensando seguir
algún oficio, pero
su pasión es, como
decía, el fútbol,
aunque ahí no se
ve como profesional. Su
tarea en El Ceibo le deja
ciento ochenta pesos por
mes.
Verónica
tiene veinte años
y hace ya un año
y medio que trabaja en la
cooperativa. Se viene desde
San Miguel. Gana veinte
pesos más que su
compañero. Me cuenta
que está cursando
en la secundaria. Ella llevaba
la lista y en general era
la que más encaraba
a los vecinos luego de tocar
el timbre. Los recuperadores
están trabajando
solamente tres días
por semana, lunes, jueves
y sábados de ocho
a tres de la tarde. Luego
de los circuitos donde van
llevando las gigantescas
bolsas al local viene el
camión y la suben
para enviar todo al centro
de acopio.
Los
vecinos que colaboran con
el programa separan botellas
de plástico, vidrio,
cartón, papel para
entregarle a los recolectores.
En general noté que
tiran esos residuos en una
bolsa, o en algunos casos
un tacho, que los recicladores
al vaciarla le devuelven.
Desde el punto de vista
laboral encarado del modo
en que lo encaran, no difiere
mucho de otras tareas y
se ve a estos jóvenes
hacer su tarea con una actitud
positiva.
Una vez
de vuelta en el local otra
chica, Valeria, nos cuenta
un poco sobre El Ceibo.
“Se crea la figura
de promotor ambiental. Son
jóvenes, algunos
hijos de cirujas, chicos
de casas tomadas, chicos
de los barrios. Un requisito
es que estudien, los que
no están cursando
tienen como requisito retomar
sus estudios. Recibimos
capacitaciones de organizaciones
como Conciencia y Móvil
Verde que nos enseñaron
el tema de la comunicación
y con las distintas situaciones
con la que nos podíamos
llegar a topar al tocarle
el timbre al vecino. Cuando
empezamos estaba el tema
de la inseguridad, época
de plena crisis, fue una
época donde eso estaba
muy marcado, comenzaban
a aparecer rejas por todas
las casas. Además
muchos creían que
éramos del gobierno.
Así que el primer
punto fue identificarnos.
Salimos con las pecheras
violeta y naranja. Violeta
porque simboliza la transformación
y naranja el servicio. Luego
el logo de El Ceibo y los
pinitos que simbolizan la
cooperativa.
”Con
estas organizaciones hicimos
simulacros. Así que
arrancamos y salimos a tocarle
el timbre al vecino explicándole
el proyecto social y ambiental.
Social porque reinsertamos
a la gente en la sociedad.
Gente marginal, que tal
vez vivía a escondidas,
con vergüenza y con
poca educación, por
falta de oportunidades de
estudiar. Así los
insertamos al mercado laboral,
porque la mayoría
no conseguiría trabajo
en otro lado.
”Funcionamos como
cooperativa. Estamos divididos
en promotores, recuperadores,
clasificadores que están
en el centro de acopio en
un galpón en Retiro,
Salguero y la autopista
Elía. Logramos luego
de años de gestión
que el ONABE lo cediera.”
Tengo
entendido que hay algunos
que se dedican a reciclar
en objetos de uso o de arte.
“Claro. Ese proyecto
lo llamamos Producción
Ciruja. Se mudaron a Barracas,
pero fue en este local antes.
Estamos buscándole
una nueva ubicación,
aunque siguen produciendo.”
En
la vuelta que di con Verónica
y Jonathan noté que
son pocos los vecinos que
están participando.
“Son 120 manzanas,
en el radio de Santa Fe,
Julián Álvarez,
Godoy Cruz y Córdoba.
Tenemos 1200 vecinos participando.
Tenemos la promoción
parada porque si salimos
estimamos que cada promotor
capta unos veinte, veinticinco,
vecinos más y en
este momento no tenemos
estructura para ampliar.
Nos faltan herramientas
de trabajo. Ésa es
la razón fundamental
por la que no tenemos más
vecinos participando. Lo
bueno de esto es que hace
más o menos un mes
que firmamos un convenio
con el CEAMSE de cogestión
donde nos van a hacer llegar
herramientas de trabajo.”
¿Me
querés contar un
poco de los orígenes
de El Ceibo?
“Surge de un grupo
de cirujas. Ya en el año
´89 venían
trabajando con el tema de
las casas ocupadas. La mayoría
vivían del cirujeo.
Cristina Lescano tal vez
fue la que más insistió
en ese momento en lo favorable
de trabajar en grupo. Además
se consiguen mejores precios
para la posterior venta.
”El
objetivo principal era ganar
dinero como para mejorar
la calidad de vida. Primero
se trabajó con la
recuperación de personas,
hubo mucha capacitación.
Y mucha contención.
Había alcohólicos
y drogadictos. Así
esa primera etapa se concentraron
mucho en recuperar a las
personas y capacitarlos
para que tomen conciencia
ambiental.
”Antes la tarea era
ilegal. Después del
2000/2001 se hizo legal
poder revolver la basura.
Antes no estaba claro de
quien era la basura. Macri
dijo que los cirujas eran
ladrones al llevarse la
basura porque la ley lo
avalaba. Ahora es diferente.
Las recolectoras de residuo
no cobran más por
kilo, sino que por área
limpia.”
“Somos
43 personas y además
10 personas en el proyecto
Producción Ciruja.
Además trabajamos
con mucha más gente
con el tema de vivienda.
El lunes 2 se realizó
en Ciudad Universitaria
jornadas en torno al Día
de Mundial del Habitat.
Hoy por hoy la problemática
de vivienda ya no es solo
un problema de los sectores
más vulnerables y
pobres sino también
de la clase media. Se está
buscando en este momento
sacar leyes nacionales para
que la gente pueda tener
vivienda.”
Rafael Sabini
Revista El Abasto,
n° 82, noviembre 2006.