La libertad
tras las rejas
Hace ya varios años
que los vecinos venimos
notando la creciente cantidad
de plazas enrejadas. Uno
se pregunta ¿para
qué? Si los vándalos
siendo ágiles pueden
traspasar una de esas rejas
sin problemas; los que quedan
excluidos de entrar o salir
fácilmente terminan
siendo las posibles víctimas.
Y dada la nefasta experiencia
en coimas uno también
llega a preguntarse a quién
pertenecen las empresas
dedicadas a enrejar. ¿Amigos
de quienes serán?
Pero son simples especulaciones,
sin ninguna investigación
seria, al menos, de nuestra
parte. Pero esto no termina
acá. Ahora la nefasta
moda llega también
a otro espacio recreativo:
¡las obras de arte!
Si
uno era de la idea de que
el arte representa una brisa
de libertad, o en el caso
de una contaminada avenida
al menos un atisbo de aire
puro, uno parece que hoy
tendría que cambiar
de idea. Al menos ese siguiendo
el planteo efectuado desde
algún área
del actual Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires.
Porque en la avenida Boedo,
tras la lucha y el pedido
de agrupaciones vecinales
y artistas, se lograron
emplazar unas hermosas obras
de arte que ahora –desde
dicho gobierno porteño–
enrejaron. Y volvemos a
lo mismo que con las plazas:
¿qué es lo
que enrejamos? Al martillo
del vándalo o su
aerosol, o el deleite del
vecino, o del turista, común.
Yo
me pregunto ¿quién
fue el reverendo ignorante
que decidió enrejar
el arte? Porque no veo otra
lectura; el arte, símbolo
de libertad, tras las rejas.
Mientras ¿quién
se beneficia por la instalación
de estos vallados? ¿Y
quién menosprecia
tanto la libertad (ajena,
supongo)? Tiro mi preocupación
a modo de preguntas sabiendo
que no vendrán respuestas.
Simplemente, para pensar,
y tomar conciencia de quienes
están dirigiendo
el corso.
U.K.
Bs. As. 3/8-2007