Visitamos
en su casa, en Flores, a
Chichita Razzano,
hija del famoso cantor José
Razzano, amigo y socio de
Gardel.
“Gardel
era divino”
Visité a la hija
de Razzano, Chichita (Cristina
Clara Josefina) en su casa
del barrio porteño
de Flores. Tenía
de compañía
a su hija Betty y a un coleccionista
de Gardel llamado Ricardo.
Al
presentarnos le pregunté
su edad, faltando a toda
etiqueta ante una mujer,
pero sin titubear me contestó
“tengo 91 años,
nací el 1ero de agosto
de 1915”. Le pregunto
si votó en las elecciones
y me aclara que no estaba
muy bien de salud pero que
pensaba votar para el ballotage.
O sea,
que para el momento en que
esto sale publicado Chichita
tiene 92 años cumplidos.
Y además de desplazarse
bien y de modo independiente
tiene una asombrosa lucidez
y memoria. Al ser hija de
un gran músico que
además fue la mano
derecha de Gardel durante
casi toda su carrera tiene
recuerdos muy caros para
compartir. Algunos tangibles
los ha donado a, por ejemplo,
el Museo Casa Carlos Gardel;
y podríamos decir
que “intangible”
es lo que va a continuación.
Para la entrevista contaba
con instrumentos digamos
“de reserva”
dado que la mejor cámara
y el grabador que (diría)
anda bien- estaban por otro
lado, en uso. Estaba intentado
hacer funcionar el aparato
que llevé cuando
Chichita, ni lenta, ni perezosa,
comenzó a contarme
lo que sabía de su
nacimiento: su madre estaba
en trabajo de parto y en
la habitación contigua
se encontraban su padre,
José Razzano, con
su amigo y socio, Carlos
Gardel, esperando. Una vez
nacida saludan a la madre
muy afectuosamente, y a
la recién nacida.
Me cuenta que su madre le
dijo más tarde: “estaban
camino a las carreras”.
Me
aclara que viven en la casa
actual desde el 3 de febrero
de 1924 y que en realidad
la idea de Razzano era vivir
en el centro y ante un viaje
a Europa le dice a su esposa
que no compre vivienda que
pensaba volver con mucho
dinero para poder comprar
donde él quería.
Y, me cuenta Chichita, “apenas
se fue mi padre mi madre
comenzó a buscar
casa y nos mudamos acá
que es un barrio muy tranquilo.
Mi madre no quería
tener la casa invadida de
visitas todos los días
como hubiese sido el caso
de haber comprado en el
centro. Y mi padre tuvo
que acostumbrarse. Pero
en seguida le gustó.”
De todos modos, era una
casa muy frecuentada y donde
cada dos por tres hacían
fiestas. Me comenta que
han festejado en esa casa
desde médicos hasta
ministros, como Ramón
Carrillo o Hipólito
Paz, gente muy conocida
y músicos de primera
línea, como Homero
Manzi, Cátulo Castillo,
Charlo y Mariano Mores.
También han pasado
por ahí, una vez
cada uno, Magaldi y Corsini,
este último a dar
el pésame cuando
murió la madre de
Razzano.
La relación
Gardel-Razzano
“Mi
padre paraba en Café
del Pelado, por Balvanera,
y Gardel era apadrinado
por los Traverso y paraba
en la cantina O´Rondeman
del Abasto. Como estaban
cerca y ambos llamaban mucho
la atención un día
al Sr. Gigena se le ocurrió
unirlos y lo hizo en su
casa, a metros del Mercado.
Cantaron toda la noche y
ninguno salió vencedor,
todo lo contrario salieron
como amigos y comenzaron
a cantar juntos. Y formaron
el mejor dúo del
mundo Gardel & Razzano.
El punto de unión
pasó a ser el Café
de los Angelitos donde se
juntaban con muchos otros
amigos.”
Según
tengo entendido su padre
se baja del dúo Gardel
Razzano por un problema
de garganta…
“Sí. Él
tenía nódulos
y fue mal operado. Hoy por
hoy eso mismo se cura con
foniatría. Cuando
vio afectada su voz no quiso
seguir cantando aunque Gardel
le insistiera. Fue ahí
que pasó a administrar
a Carlos.”
En
un momento hubo una ruptura,
¿puede ser?
“Sí. Fue en
1931, se empezó a
enfriar la relación
por motivos que desconozco.”
Según ella hubo alguna
“mano negra”
que se beneficiaba con la
ruptura. Y a pesar de eso,
“cuando Gardel se
nos fue el disgusto de mi
padre fue muy grande, porque
eran como hermanos.”
De hecho me comenta haber
escuchado a Gardel decirle
a su padre: “la mitad
de lo que soy te lo debo
a vos”. También
recuerda que su padre luego
de que Gardel murió
decía: “Yo
tendría que haber
muerto con él”.
“El último
encuentro fue en noviembre
de 1933, un día antes
de partir de Buenos Aires:
vino a cenar junto con su
novia, Isabel Martínez,
que organizó el encuentro
con el objetivo de «ver
si se arreglan estos dos
tarados». Pero en
esa cena, entre ellos, prácticamente
no hablaron y Gardel se
despidió de todos
menos de Razzano.”
Chichita para ese entonces
tenía dieciocho años.
Gardel;
francés y heterosexual
Al preguntarle
sobre el intento de Razzano
de repatriar los restos
de Gardel al Uruguay me
dice que no, que él
nunca intentó hacer
algo así. “Eso
es toda mentira”.
Es
verdad que sobre Gardel
hay muchas historias. Como
la de su posible nacimiento
en Tacuarembó; así
que le pregunto al respecto.
“No, Carlos Gardel
nació en Toulouse.
Se dicen muchas cosas, pero
esto fue así”.
Y me cuenta que su madre,
doña Berta, solía
viajar todos los años
a Francia a visitar a su
propia madre. Y Ricardo
interviene sosteniendo la
tesis de la ciudadanía
uruguaya como un intento
de evitar la conscripción,
que en ese momento, en Francia,
implicaba la guerra. “Por
eso Gardel nunca pudo decir
la verdad, porque de alguna
manera había falsificado
documentos. No podía
contradecir esa mentira”.
Y en esa jugada sí
lo habría ayudado
Razzano. Jugada que resultó
innecesaria dado que por
ser único hijo y
sostén del hogar
no le iban a exigir nada.
“De hecho nunca solicitaron
su presencia en Francia”.
Y
Chichita dice: “hablando
de Gardel todo el mundo
inventa, mientras estaba
mi padre eso no pasaba tanto.
Se llegó incluso
a decir que era homosexual.
Es una barbaridad. Él
era muy mujeriego. Era todo
un hombre, tenía
las mujeres que quería,
acá, en Francia o
donde sea. Además
estuvo diez años
de novio con una misma mujer,
Isabel Martínez Del
Valle. Con ella vivió
en un departamento, junto
con su madre doña
Berta, en la calle Rincón,
cerca del Café de
los Angelitos”.
“O
dicen que se pasaba cuidándose.
Que la voz, que los kilos.
Gardel no se cuidaba tanto.
Ni siquiera estudió
canto, lo suyo era su voz
natural. Gardel era un divino.
A casa venía todas
las semanas y comía
la comida que hacía
mi madre que era calabresa
y hacía unas comidas
bien fuertes y picantes.
A veces se agarraba la panza
y decía «ahora
voy a tener que caminar
para bajar esto».
Nunca acentuaba su persona,
jamás dijo «porque
yo soy Carlos Gardel»,
sin embargo, he visto mucha
gente que se golpea el pecho
diciendo quienes son.”
Razzano
El Oriental
¿Cuándo
vino del Uruguay?
“Con certeza no sabemos.
Lo que logré entender
fue que mi abuela vino cuando
murió mi abuelo en
Uruguay. Vino con una amiga
a Buenos Aires y la señora
le dio trabajo acá.
Como lo único que
sabía hacer muy bien
era cocinar, entró
de cocinera. Era una familia
adinerada, muy bien posicionada.
Ahí mi padre aprendió
modales, a vestirse bien
y a catar buenos vinos.
Después le enseñó
a Gardel que era originalmente
bastante más reo,
aunque se afinó muchísimo
y vestía de maravilla.
Se vestían en Burlington.
Gardel era divino, y era
muy buen mozo. Cuando venía
de visita jugaba conmigo
y con mi hermana Pepita
que era un poco más
chica que yo. Acá
venía mucha gente
amiga de mi padre. Pero
amiga amiga, como era antes.
”Recuerdo
una fiesta en que Carlitos
me sacó a bailar.
Yo tenía dieciséis
años y me daba vergüenza.
Y recuerdo que él
me dijo mientras bailábamos:
«o hay que cortase
las piernas o alargarse
las polleras» en alusión
a lo grande que estaba.
Era muy cariñoso
con nosotras.” Y agrega
con énfasis: “yo
no cuento mentiras porque
no conducen a nada.”
A lo que Betty agrega: “Mi
madre nunca lucró
con Gardel. Todo lo que
salió de acá
es porque se lo robaron
o porque lo regaló.”
R.S.
Año
1925. Carlos Gardel en la
casa de su socio y amigo,
José Razzano, con
las hijas de éste:
Chichita (la mayor) y Pepita.
Revista El Abasto, n°
90, agosto, 2007.