´Dónde
hay una moneda viejo Gómez´
La escasez
de monedas está convirtiendo
su venta en una tarea profesional.
Hay personas que le ofrecen
a comerciantes bolsas de
monedas cobrándole
un 8%. Así cambio
de 100 se paga 108 pesos.
No es que por acá
abunde el mango, pero la
escasez de monedas me recuerda
al famoso tango de Ivo Pelay:
"¿Dónde
hay un mango?"
La
falta de monedas se ve diariamente
en los colectivos o incluso
en el subte donde hay veces
que hacen pasar gratis a
los pasajeros por no tener
cambio. Si uno quiere estacionar
en el centro y anda sin
cospeles y sin monedas mejor
busca un estacionamiento
por más costoso que
sea, porque la tarea de
encontrar cambio es prácticamente
imposible. Así, la
falta de monedas nos repercute
a todos; solo que algunos
se están beneficiando
con este problema.
¿Dónde
está la falla? ¿Será
que las sacan de circulación
y no hacen nuevas? No lo
sé. Pero no lo creo.
Estoy completamente seguro
de que el problema de fondo
son las maquinas de monedas
que tienen los colectivos
porteños. Cuando
comenzaron las maquinas
esas me llamó poderosamente
la atención de que
no utilicen algún
tipo de abono o boleto,
como lo hacen en todos lados.
Lo digo con cierta experiencia
porque he visitado otras
ciudades donde los medios
de transporte utilizan máquinas
similares, pero nunca lo
vi en otro lado con monedas.
Y lo que demuestra que la
traba se inicia ahí
es que desde las mismas
empresas de colectivos sale
gente a vender las bolsas
de monedas. Son empresas,
por más subsidiadas
que estén buscan
su negocio.
Ahora,
¿desde el estado
qué se puede hacer?
Propongo modificar esos
monederos por máquinas
que pidan boletos, abonos
o tarjetas. Y sino –un
poco más intervencionista-
obligar a los colectiveros
a devolver el cambio al
mercado (sin ganancias extras).
Sin
soluciones no será
un hecho aislado lo que
hicieron una quincena de
pasajeros en la línea
de ómnibus Costera
Metropolitana (La Plata
– Buenos Aires) hace
dos semanas: se negaron
a bajar por no tener monedas
y terminaron todos en una
comisaría.
U.K.
Buenos Aires, 28 de enero
de 2008