Un análisis
de como algunos medios masivos
cubren la información
por el “conflicto”
de Medio oriente.
Parcialidad
periodística y otras
negaciones
Tengo un vecino sabra que
sostiene a pie juntillas
que los palestinos dominan
los medios de incomunicación
de masas (m.i.m.) y que
lo hacen no sólo
aquí en Buenos Aires
sino en todo el mundo…
Y sin embargo no es un estúpido;
es únicamente un
joven judío sefaradí
criado en Israel. Con igual
convicción y falta
de matices sostiene que
los palestinos son básicamente
malas personas.
Hablar
de un lobby palestino sobre
la información en
el mundo sólo podría
ser entendido como proyección,
pero nuestro conocido parece
estar muy lejos de los circuitos
mediáticos para una
interpretación psico.
Nos tememos que esas “impresiones”
deben ser el pan de todos
los días en Israel
junto con el progresivo
despedazamiento de lo que
queda del pueblo y los territorios
palestinos.
Si
algo nos parece observar,
en cambio, es el peso inocultable
de una cierta forma de presentar
las noticias de modo tal
que lo palestino ha estado
tradicionalmente olvidado
o ignorado o dejado de lado;
en el conflicto israelo-palestino
un misilazo palestino sobre
una ciudad israelí
tiene mucha mayor cobertura
que un bombardeo israelí
que termine con la vida
de decenas de palestinos,
casi todos ellos “daños
colaterales”. De la
acción sobre el territorio
israelí se hablará
de si hay heridos, de su
nombre, profesión,
edad; de la acción
sobre territorio palestino
se reportará a lo
sumo que hubo “17”
muertos.
Mientras
el bombardeo israelí
arrasa carreteras, calles,
ambulancias, ciudades, usinas
y va dejando cientos de
cadáveres y miles
de fugitivos sin hogar,
ante el minibombardeo que
sufren las ciudades israelíes
sus habitantes se protegen
en refugios.
El
actual estado de cosas,
tercera semana de hostilidades
desde el aprisionamiento
del soldado israelí
Gilad, es tal -la Franja
de Gaza sometida a un castigo
colectivo de una brutalidad
y extensión difìcil
de imaginar, sin agua, sin
medicamentos ni alimentos,
sitiados sin tregua, arrasadas
las mínimas vías
de subsistencia, y luego
el sur libanés- que
los grandes m. i. m. han
debido mostrar algo de los
sufrimientos dantescos en
que ha sido introducida
tanta gente una vez más.
El
bloqueo informativo ha caído
porque los m.i.m se basan
en otra ley además
de “las parcialidades
del poder” y es su
sed de sangre como verdaderos
vampiros informativos. Pero
así y todo, el primer
factor, la parcialidad no
se abandona así nomás.
Un
caso interesante por su
situación esquizo
es el cotidiano otrora de
oposición y progresista,
ahora ka, Página
12. Por su perfil progre
y antifascista, P12 sigue
nutrido de buenas notas
sobre las atrocidades del
Cercano Oriente: las notas
de Juan Gelman, de Sandra
Russo, por ejemplo. Incluso
ha aprendido a incorporar
voces del exterior lúcidas
y osadas como la del excelente
Robert Fisk.
Sin
embargo, su sección
internacional, “El
mundo”, conserva un
sesgo pro-israelí
que destroza toda objetividad:
el sábado 22, mientras
el texto de un recuadro
revela las mentiras “que
caen sobre El Líbano”
desde EE.UU e Israel gracias
a la pluma de Fisk, el epígrafe
de la foto de ese recuadro,
que muestra el avance a
la par de tanque israelí
y judío ortodoxo
a pie, dice: “Ayer
cayeron más de diez
cohetes sobre Haifa, donde
dos personas sufrieron heridas
serias.” Y el artículo
mayor, mientras el bombardeo
ya ha sembrado centenares
de muertos en la inerme
población libanesa,
anuncia “El ejército
israelí prepara una
invasión”,
sin explicar lo que ha pasado
hasta ahora, como si El
Líbano no hubiera
sido todavía invadido,
atacado, destruido. Como
prueba de lo que ya ha pasado
(“sin invasión”),
una foto pequeña
muestra a un par de niños
libaneses ante decenas de
ataúdes delante de
una fosa común. Y
la foto que domina toda
la nota y la doble página
es la del entierro con todos
los honores “del sargento
Yolam Gilboa, que falleció
el miércoles luchando
en el sur del Líbano.”
Es
el mismo tipo de sesgo que
vemos casi a diario en la
“prensa seria”
en general aquí en
Buenos Aires: sirva para
muestra un botón:
Clarín (23/7/2006)
nos informa que “misiles
de Hezbollah dejaron al
menos dos muertos en la
tercera ciudad israelí”
complementando esta “otra”
información: “la
aviación de Israel
había atacado la
región de Baalbeck
[sic: quieren decir valle
de Bekaa] y la ciudad de
Sidón, repleta de
refugiados”. El sesgo
es: se personalizan las
víctimas del lado
“occidental”
y se cuentan apenas las
del “bando”
musulmán”;
si sólo se cuentan
las del lado “occidental”,
las del otro lado ni siquiera
se cuentan.
Agreguemos
otra muestra: invisibilizando
la agresión devastadora
que efectivamente (ya) ha
sufrido El Líbano,
el vespertino porteño
La Razón (19/7/2006)
nos “informa”
que “Líbano
vive su día más
violento y los muertos ya
superan los 300”.
El destaque es mío,
disculpe el lector que no
lo necesita.
No es extraño que
quienes gozan de enorme
espacio en los m. i. m.
se consideren absolutamente
desfavorecidos porque con
la actual secuencia de violencia
y muerte aparezcan críticas
y rechazos en lugar de las
protecciones y disculpas
tradicionales: los defensores
más ultristas del
sionismo sienten que se
agrieta la defensa incondicional
del Estado de Israel.
Es
que estaban acostumbrados
a un trato privilegiado,
como bien lo expresara Kenneth
Jacobson de la Liga contra
la Difamación (la
más grande de las
organizaciones judías
dedicada a hacer lobby en
los pasillos políticos
en EE.UU.) en un simposio
en la Universidad de Jerusalén:
“La única superpotencia
planetaria tiene una posición
muy pro-israelí,
lo cual obedece a que los
judíos tienen una
posición particularmente
prominente en la élite
de los medios de comunicación
de masas. Es algo de lo
que podemos estar orgullosos.”
A confesión de parte…
Pero,
agrega: “hasta en
EE.UU. sobreviene el antisemitismo
que se basa justamente en
la afirmación de
que los judíos tienen
demasiado poder sobre los
medios.”
Después
de este salto mortal, la
lógica debería
yacer exánime. Pero
Jacobson no se inmuta:
“Hay que luchar contra
este antisemitismo por todos
los medios concebibles:
no menos a través
de una actividad de lobby
para conseguir un mejor
control sobre lo que los
medios emiten.”
Jacobson
tendrá mucha liga,
pero carece de lógica,
de la lógica más
básica. Elihu Davison,
en cambio, tiene su lógica
y bien vale conocerla en
su artículo “El
mito acerca del lobby israelí”.
Davison critica con mucho
énfasis un libro
The Israel Lobby (J. Mearsheimer
y S. Walt) que adjudica
mucha influencia sobre la
prensa de direcciones de
las organizaciones judías
y de algunas iglesias cristianas
de EE.UU., y de ubicuos
think-tanks.
Significativamente,
Davison no niega estas influencias
sino que postula “democratizarlas”:
“Los enemigos de Israel
tienen el derecho de organizarse
y peticionar al gobierno
de EE.UU. lo mismo que los
amigos de Israel. ¿De
qué tienen que quejarse
si no lo han hecho, han
fracasado o, lo más
importante, tienen un producto
insatisfactorio para vender
[sic]? Hay que ser muy crédulo
para aceptar que la judería
yanqui, un grupo de intereses
que no alcanza al 3% de
la población total
de EE.UU. constituye la
cola sectaria que mueve
el perro nacional.”
Cuando
uno lee esta majadería
entiende el grado de soberbia
y autismo en que ha caído
buena parte de la población
israelí, aquella
que lleva a sus adoradas
hijas a estampar en las
bombas que destrozarán
a otros niños “saludos
de amor”: “Jazhrah
whit [sic] love.”
(Página12,
22/7/06, Brecha,
21/7/06).
Luis E. Sabini Fernández
[email protected]
* Oriundo judío del
Estado de Israel.
** Alrededor de 8 millones
de habitantes.
Revista El
Abasto, n° 79,
agosto 2006.
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